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Turismo y Opinión

Destino Uruguay – El éxodo argentino

Decisiones de gobierno, pandemia, resultado de elecciones presidenciales, calidad de vida, seguridad personal y jurídica, estabilidad económica. Punta del Este se está poblando de argentinos que decidieron cambiar para siempre la ciudad para vivir frente al mar. Y un buen ejemplo de bienvenida es el que ofrece Soledad Parodi, a través de su grupo de whatsapp. Nuevas historias de inmigrantes.

Las circunstancias fueron condicionando la tormenta perfecta. Las decisiones de gobierno de un lado y del otro del Río de la Plata sumadas a la pandemia mundial por el Covid-19 hicieron el resto. El resultado: cada días más argentinos viajan a Uruguay no ya de vacaciones o por negocios, viajan para instalarse en el país, para comenzar una nueva vida, para cambiar de aire político, para apostar por la vida natural y más relajada que ofrece la Banda Oriental.

Y, dentro de los destinos elegidos por este enorme número de argentinos, Punta del Este sobresale nítidamente.

No hay un momento preciso para el comienzo del fenómeno. Pero se pueden tomar en cuenta los resultados de las Paso del mes de agosto de 2019 en Argentina y el posterior resultado de las elecciones presidenciales que consagró a la fórmula del Frente de Todos.

También adquiere importancia el resultado de las elecciones uruguayas que catapultaron a Luis Lacalle Pou a la presidencia. También el rumbo inmediato que tomaron ambos nuevos gobiernos. Por último, por supuesto, la pandemia desatada durante este 2020 y las distintas medidas que un país y el otro adoptaron.

El resto, es contenido de cada caso en particular: hay quienes ven en Uruguay en general -y en Punta del Este en particular- una mejor calidad de vida, mayor seguridad, la escasa propagación del virus Covid 19, reglas jurídicas claras, mejor entorno natural, mayor espacio para los espíritus emprendedores, una educación de buen nivel, la buena predisposición de la gente, una oportunidad para comenzar de nuevo, la merecida tranquilidad que otorga haber trabajado durante toda la vida.

Estos motivos diversos tienen que ver también con la edad de los protagonistas del éxodo. No es lo mismo para los jóvenes de 30 años o menos que para una pareja de mediana edad con chicos pequeños o para los mayores que llegan en busca de un retiro armonioso.

Sin embargo, en esta mezcla de generaciones y deseos, siempre asoma el sol, el mar y la naturaleza entre los puntos fuertes a la hora de tomar la decisión.

Así, Punta del Este y Uruguay en general está recibiendo una nueva migración que cambiará, posiblemente para siempre, la imagen del país.

De un lado y del otro del charco

Uno de los puntos fuertes para que se dieran estas condiciones fueron las declaraciones de Lacalle Pou a poco de asumir como presidente. Dijo que su plan de gobierno contemplaba la llegada de unos 100 mil argentinos para que se radicaran en Uruguay.

«Estamos deseosos de recibir migración de todas las partes del mundo», añadió, abriendo el juego a posibles migrantes de distintos continentes.

Pero el deseo no se quedó en las frases sino que, de inmediato, se aplicó a la gestión dictando leyes que facilitaran la llegada de extranjeros.

El presidente de Uruguay firmó el 11 de junio  de este año un decreto que apunta a flexibilizar la residencia fiscal. Por un lado, disminuyó el valor de inversión en propiedades: era de 1,7 millones y lo estipuló en  US$380.000.

Por el otro, bajó el tiempo de residencia requerido: de 180 días a 60.

Y, en el caso de las empresas, antes había que hacer una inversión de US$5,3 millones y ahora es de US$ 1,6 millones, con la condición de garantizar 15 empleos.

Por último, se aprobó la ley que quita la obligatoriedad de bancarización de todas las operaciones. Antes, cualquier transacción que superara los US$4000 había que realizarla a través del banco, ahora hay libertad de elegir el medio de pago en operaciones de hasta US$105.000.

En la otra orilla, el gobierno argentino maneja una agenda diferente. El proyecto de impuesto a las grandes fortunas, la nueva ley de alquileres, la reforma judicial, la injerencia en la quiebra de la empresa Vicentín, fueron señales de alerta para cierto grupo de argentinos con altos ingresos que tomaron nota del perfil de país que pretende el actual gobierno.

Entonces,  comenzaron a diseñar en la realidad, lo que muchas veces habían coqueteado en sueños: mudarse a Uruguay, vivir en Punta del Este.

Movimiento de mercado

El diario uruguayo El País señala que fuera de temporada y en plena cuarentena obligatoria en Argentina, las fronteras binacionales registraron el ingreso de 24.759 ciudadanos argentinos a Uruguay, una cifra no significativa con respecto a años anteriores pero llamativa en el contexto actual de pandemia.

Y remarca que buena parte de ese número son personas que se han movilizado para vivir en Uruguay «y no para hacer un mero paseo de fin de semana».

Esta cifra ingresó entre el  13 de marzo y el 31 de julio y, dado el cierre de fronteras, estos migrantes ya poseían un justificativo de residencia.

«Es el invierno con más familias viviendo acá de los que yo recuerde. Por argentinos que se mudaron temporalmente y por uruguayos que prefieren pasar a su segunda casa, y trabajar desde aquí, aunque esto no se refleje mucho en la actividad comercial», dijo al diario argentino La Nación el alcalde de Punta del Este, Andrés Jafif.

¿Y el mercado inmobiliario se está moviendo? La respuesta inmediata es: mucho. Pero vayamos por partes.

Por un lado, las averiguaciones llegaron a inmobiliarias, estudios contables, bufetes de abogados y hasta a colegios de Uruguay.

Algunos comienzan a consultar no con la decisión definitiva de instalarse sino como una forma de sondear la posibilidad: abrir el paraguas ante una futura mudanza.

También, en muchos casos, buscan mejorar las rentas que obtienen en la Argentina.

«Se incrementaron las consultas de argentinos que poseen una parte importante de su patrimonio afuera y que averiguan sobre la posibilidad de cambiar de residencia por la presión fiscal y la última reforma tributaria», aseguró a La Nación César Litvin, socio y CEO del estudio Lisicki Litvin y Asociados.

Por su parte, Gustavo Pereira, director de la inmobiliaria Amarras y residente de Punta del Este, asegura que tuvo días agitados fuera de temporada. «Las consultas se empezaron a acelerar desde las Paso en Argentina, el año pasado. La mayoría, para la compra de inmuebles. Durante el verano se hicieron charlas que resultaron multitudinarias en hoteles y en la municipalidad de Maldonado.

Pero a partir de la cuarentena, que la gente tenía tiempo, empezamos a recibir muchas consultas de residencia fiscal». También, en el último mes, se registró un incremento de consultas por parte de pymes entre las que figuran cadenas de farmacias, empresas de ambulancias y constructoras.

«Desde diciembre aumentaron un 70% las consultas de argentinos, tanto para invertir como para mudar su residencia fiscal, y aumentaron aún más después del episodio de Vicentín», dice Teófilo Banchero, presidente de la desarrolladora Banchero Real Estate. 

A esto hay que sumar el Covid-19. El confinamiento voluntario implementado en Uruguay es otro de los factores que alentó este fenómeno. «Desde marzo fue notorio el ingreso de extranjeros para pasar la cuarentena en un lugar donde el virus no circula como en sus lugares de residencia: personas que hasta este año sólo venían en verano y ahora están disfrutando de la calma de Punta del Este», asegura Ricardo Weiss, uno de los directores del Estudio Weiss Mora Weiss.

«Muchas familias se han quedado desde marzo y están esperando que se cumpla el plazo de vivir en territorio uruguayo para iniciar trámite de residencia, por lo que no se ve ahora en números pero sí se dará en la segunda mitad del año», asegura el abogado Federico Fischer, de la consultora «Andersen Tax & Legal», uno de los tantos estudios que promociona el régimen que ha flexibilizado el gobierno de Luis Lacalle Pou.

Fischer afirmó al diario La Nación que los trámites de residencia fiscal «se están triplicando, respecto del año pasado».

«Cuando vengo del campo hasta la península, no puedo creer la cantidad de luces en casas o apartamentos que hay por la noche. Conozco el mapa de memoria y hay lugares que solo tenían gente en enero, pero ahora hay familias viviendo», dice Betty Páez, una de las agentes locales de mayor experiencia en el balneario, que tiene sus oficinas de Nieto & Páez frente a la Playa Mansa.

Punta del Este está en pleno cambio, recibiendo nuevos habitantes casi a diario. El dilema es saber qué ocurrirá una vez terminada la pandemia. Cómo es para los extranjeros vivir en la península esteña.

En primera persona

Soledad Parodi es argentina pero vive en Punta del Este desde los 19 años. En los últimos días armó un grupo de WhatsApp para los recién llegados. El grupo ya cuenta con más de  200 personas y sigue sumando. El fenómeno de la migración masiva está en plena marcha, incluso a pesar de la pandemia. Y estos cambios ya se notan en la península.

Soledad Parodi creó un grupo de WhatsApp para los argentinos recién llegados a Punta.

Soledad es una gran difusora de su patria chica por opción. Y es una muestra perfecta del ambiente que se vive en la comunidad esteña: amabilidad, confianza, empatía con el recién llegado, solidaridad.

Con este tipo de acciones se encuentran quienes arriban a la ciudad y, en lugar de los miedos propios de quien se enfrenta a una nueva vida, lo que florece es la gratitud de los que reciben con los brazos abiertos.

Almuerzo de argentinas recién llegadas y radicadas en Punta del Este con Soledad Parodi en el restaurante il Baretto, un clásico de la Península.

El grupo de Whatsapp creado por Parodi es una muestra de esta premisa. Ella dice en el mensaje de bienvenida:

«La idea de que podamos contar unas con otras, como cuando yo llegue hace 19 años que enseguida me recibieron, y lo mismo hice con muchas recién llegadas después, siempre hay dudas y preguntas que hacer y para eso deberían servir estos grupos. Descuento que todas ya saben que lo más importante para que podamos convivir es el respeto, la tolerancia y la buena onda. (…) Les voy a compartir eventos e info que mando en @agendapde por si alguien no me sigue. Y como no puedo evitarlo voy a proponerles encuentros y actividades. Ya tengo varias ideas, en breve arranco con la organizacion del primer encuentro y la convocatoria. Muchas gracias a todas por sumarse, siéntanse libres de compartirlo con otras argentinas, seguir o irse sin explicación. Y ¡Viva Argentina!, ¡Arriba Uruguay!».

Mariano y su familia tomaron la decisión con los anuncios del gobierno uruguayo. Tenían residencia desde hacía dos años, pero ahora planean mudar la fiscal. La idea es comenzar una nueva vida, que sus hijos terminen el año escolar de manera virtual y después ya en 2021 tomen clases presenciales en alguno de los muy buenos colegios de Punta del Este. Por su parte, su trabajo será home office.

La Nación cuenta el caso de Sergio, un empresario con negocios relacionados con la medicina que manejaba las operaciones de su compañía en Brasil desde la Argentina. Ahora, lo está haciendo desde Punta del Este.

«El proceso de obtener la residencia fiscal no es tan fácil. Tuve que renunciar a todas las sociedades y directorios», le explicó al diario. Y agregó: «Me gusta la libertad y el respeto de este país. Además, es un lugar muy bueno para una persona que vive por el mundo».

Los nuevos habitantes se suman a «los pioneros», aquellos que desde hace algunos años están viviendo en la península y ya armaron su negocio, su circuito y están poco a poco dando vida a la ciudad en los meses que, históricamente, la ciudad dormía.

Madeleine Rivero y Hornos y Santiago Martínez son cocineros de San Martín de los Andes. Llegaron a fines de 2015 y en mayo de este año lanzaron su Almazen Artesano que se especializa en comida vegana, sin gluten. Su delivery de mediodía, poco a poco, se va convirtiendo en un clásico.

Lo mismo que el parador  Marangatú, de la parada 7 de La Mansa, que apostó a abrir durante todo el año. Y hay más, mucho más que han decido que la temporada dura los 12 meses del año. Ahí está el café Borneo, creado hace algunos meses por Tomás Moche, un argentino que apostó por surfear y servir café artesanal y comida orgánica; el restaurante Elmo, con pizzas cocinadas al horno, algunas cuadras hacia adentro en la zona de El Chorro, en Manantiales o La Juana, en el balneario La Juanita, restaurante de tablas y cocina de fuegos abierto todo el año por Lucía Villar y Matías Pérez.

Para Agustín Kingsland, un empresario argentino que decidió hace algunos años instalarse en Punta del Este, el crecimiento es exponencial: hace cinco años los inviernos eran desolados, y hoy pasaron a tener movimiento.

«En La Barra, al principio había semanas en las que no te cruzabas gente. Eso ahora cambió. Hay cuatro o cinco opciones abiertas todo el año para comer, ya no necesitás irte hasta la Punta», cuenta. 

Por su parte, Paula Martini, una argentina dueña de Santas Negras, una boutique de muebles, libros y objetos ubicada en José Ignacio y abierta todo el año, la nueva migración trajo a muchos «cuarentones con hijos pequeños» y también una «movida enorme» de treintañeros. «Por la nueva forma de trabajar, pueden optar por tener la vida de semirretirados y se encuentran entre ellos. Hay muchos jóvenes sin hijos que arrancan la película y se ponen un restaurante o un barcito», dice.

Antes, el tema escolar era un problema para muchos. Pero en la actualidad la excelente oferta de escuelas privadas de la zona parece haber terminado de manera definitiva con ese impedimento. La oferta en educación de alto nivel que ofrecen varios colegios de la zona -que ajustaron sus planes educativos de acuerdo a estándares extranjeros- y el sistema de salud con dos mutualistas que dan cobertura a todos los seguros médicos argentinos, impulsaron el crecimiento en infraestructura de la península.

Como ejemplo para mencionar está la creación de un nuevo colegio, International College, con una inversión de 25 millones de dólares en un predio de cinco hectáreas, cerca del barrio Jagüel. Esta institución se suma al reconocido Instituto Uruguayo Argentino (IUA), que ya tiene 39 años de vida y más de 700 alumnos y al  Woodside, con 750 alumnos y casi 20 años de historia.

Está claro que el perfil de los argentinos que eligen cruzar el charco es variado. Algunos llegan cansados de los barrios privados y del cambio de reglas constantes en sus actividades, otros buscan calidad de vida y un ritmo más amable, alejado de las grandes ciudades.

Están quienes trabajan en real estate o finanzas y pueden hacerlo a distancia, y aquellos que llegan con algunos pocos ahorros, pero con voluntad de armar un nuevo negocio, sobre todo el rubro de servicios.

A ellos se les suman los europeos del mundo del software o del arte que ya no necesitan trabajar para vivir y jóvenes montevideanos con nuevos formatos de trabajo que permiten hacer base frente al mar.

Esta nueva Punta del Este comienza a convertirse en una ciudad anual que ya no depende exclusivamente de la temporada. Ahora, parece, está a punto de depender de sí misma.