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Hotel San Rafael – La resurrección de un mito

Con la compra por parte del grupo Cipriani de la manzana del icónico hotel, se establece una nueva etapa para ese magnífico edificio histórico. Y si lo anunciado por el grupo inversor se vuelve una realidad, el San Rafael volverá a ser uno de los sitios más emblemáticos de la península.

Las controversias por las ordenanzas y los decretos gubernamentales

Durante casi cinco décadas, fue uno de los principales símbolos de una Punta del Este exclusiva y aristocrática; una ciudad que miraba a los principados europeos como los únicos espejos dignos donde reflejarse. Con el trabajo y el esfuerzo de muchos, con la visión a futuro de un grupo de empresarios, el hotel San Rafael se convirtió en referente de una península que pugnaba por abrirse paso entre los balnearios más sofisticados del mundo. Por sus salones, por sus cuartos, por su casino, por su boîte, pasó la historia de Uruguay y, también, buena parte de los hombres que constituyeron esa historia.

Todo el esplendor del San Rafael en los años 70. En las piscinas del hotel, cita obligada para sus huéspedes, se mantenía el mismo servicio de atención que en el bar y en el restaurante.

Pero el ícono comenzó a derrumbarse con el final del siglo XX, como algo más que terminaba para siempre, sin posibilidades de redención. Y por muchos años −casi dos décadas− su figura expuesta en la Parada 11 de La Brava se convirtió en una suerte de monumento grotesco; de presente ingrato, dueño de un pasado glorioso. Ese brutal contraste entre su época de gloria y la actualidad lo volvió aún más significativo en su miseria, más evidente en su derrota, más sombrío incluso en la mejor mañana de enero. Pero, en ocasiones, los íconos regresan de la derrota. Y lo hacen mucho más poderosos de lo que fueron en sus mejores días porque vuelven con la piel curtida que proveen los malos tiempos.

La triste actualidad del San Rafael: estado de abandono, techos comidos por el tiempo, falta absoluta de mantenimiento.

Y este parece ser el destino del San Rafael: un regreso triunfante que supone una inversión en la manzana que lo contiene de más de 250 millones de dólares. La Intendencia de Maldonado anunció que el grupo hotelero liderado por el italiano Giuseppe Cipriani compró el edificio por 40 millones de dólares con un plan de inversión que supera los 250 millones e incluiría la construcción de dos torres a los costados del icónico hotel.

Los buenos tiempos, si las cosas siguen el rumbo que han tomado en los últimos días, están por venir.

Primeras décadas

El hotel San Rafael fue una idea de los años 40, pensada por un grupo de inversores que veía ese 1945 de fin de la Segunda Guerra Mundial como un año próspero, un año donde era necesario entrar en la modernidad.

El proyecto original de 1937, hasta ahora nunca publicado. Este desarrollo pensado por los arquitectos originales del San Rafael (De los Campos, Puente y Tournier) mostraba una construcción mucho más amplia que luego fue descartada. Según este croquis la idea era efectivamente hacer del hotel un verdadero castillo Tudor.

Así, la idea se convirtió en acto y el acto en la construcción de un hotel de lujo que iba a inaugurarse en 1948. Con 130 habitaciones y un estilo Tudor inglés inspirado en los castillos europeos, el San Rafael dio trabajo a casi 200 empleados, inauguró el casino más sofisticado de Uruguay, albergó estrellas internacionales y tuvo por años la boite más famosas de Sudamérica, Le Carrousel.

Los tres arquitectos que le dieron vida al hotel: Milton Puente, Hipólito Tournier y Octavio De los Campos

Esa idea original conjugó una serie nombres y apellidos. Por un lado, el de José Pizzorno, dueño de 150 hectáreas en la zona, junto con Antonio Lussich y Laureano Alonso Pérez, primero desarrollaron el fraccionamiento del residencial barrio San Rafael. Hasta el momento previo la aparición del hotel, el barrio de San Rafael era una zona de casas amplias y bajas, de típicos chalets con tejas rojas y grandes jardines con muchos árboles, de jóvenes ejemplares, que resguardaban a sus habitantes del viento proveniente del mar. Así fue el comienzo del proceso, al proyecto del fraccionamiento de Pizzorno al que se unieron de inmediato Antonio Lussich −responsable de la plantación de buena parte de los árboles de la zona− y el español Laureano Alonso Pérez, generó el entorno base donde pocos años después, Fosara S.A. (Fomento de San Rafael), firma que integraban varios accionistas, impulsaron la construcción del hotel. El origen del fraccionamiento del barrio jardín se remonta al año 1937. La inauguración del Hotel San Rafael ocurre casi una década después.

La obra del hotel fue encargada a Octavio De los Campos, Milton Puente e Hipólito Tournier quienes, además del majestuoso edificio, hicieron hincapié en la construcción de una piscina y de canchas de tenis.

En blanco y negro, la Punta del Este que habitó el recién inaugurado hotel San Rafael, a fines de la década del 40. En color, el avance pujante y actual de la península y los cambios que se produjeron en el barrio-jardín. Es hora de que el San Rafael también tenga una foto color que retrate todo su recuperado esplendor.

En total son 15.000 metros cuadrados construidos sobre 2,5 hectáreas en la rambla Lorenzo Batlle Pacheco, frente a la parada 11 de La Brava. El 11 de diciembre de 1948 abrió sus puertas y, ni bien inaugurado, se constituyó en uno de los dos hoteles “categoría especial” de Uruguay, compitiendo por ser el número uno con el Victoria Plaza Hotel, de Montevideo.

El personal del hotel el día de la inauguración posando junto a la maqueta del San Rafael hecha en azúcar y caramelo. (Foto archivo familia Bonnet).
Uno de los autos del hotel que transportaban a los huéspedes a fines de la década del 40. El barrio de San Rafael, en ese entonces, era residencial y quedaba alejado −para la época− de la península. Por eso, el hotel ofrecía todo tipo de servicios a sus visitantes. (Foto archivo familia Bonnet).

En esos años, todavía no existía la categorización por estrellas pero estaba claro que los “categoría especial” eran los mejores hoteles de cada país. En la década del 60 se construyó un pabellón exterior, diseñado por Nelly Grandal, que quedó conectado con el edifico principal. Entre los materiales de construcción que se utilizaron para el San Rafael destacan pizarras traídas de Portugal, mayólicas y sanitarios importados de Gran Bretaña, carpinterías en laurel chileno y los frescos realizados por Norberto Berdía.

Detalle de uno de los magníficos frescos de Norberto Berdía, pintados especialmente para engalanar el hotel.

El casino del hotel fue el primero en la historia de Punta del Este y, en sus orígenes, gestionado de manera privada por la familia Pizzorno gracias a la ley 3.909 del 22 de setiembre de 1911, que permitía la explotación de casinos privados a quienes construyeran hoteles en las zonas balnearias.

Vencidos los 10 primeros años, el casino pasó a un régimen directo de explotación por el Estado, incluyendo sus instalaciones y equipamiento total. Era una sala principal fastuosa, que intentaba competir en lujo con los grandes casinos de la Costa Azul francesa y, por supuesto, con Mónaco.

Una de las reuniones de los líderes mundiales durante el octavo encuentro de ministros de Relaciones Exteriores de 1962, cuando se debatía la expulsión de Cuba de la OEA.

Los salones de eventos, entre ellos el Salón Gótico con capacidad para 1.500 personas, fueron sede de varios congresos políticos, entre ellos la Reunión de Presidentes de América en 1967 y la primera reunión de la Ronda Uruguay del GATT y la OEA. La mítica discoteca Le Carrousel funcionaba como boîte, café concert y escenario para los shows de artistas internacionales. En esa época, entre el casino, el hotel, la boîte y los servicios como peluquería y locales de venta de joyas y relojes, trabajaban unos 500 empleados, quienes además vivían en los edificios ubicados detrás del San Rafael y en las habitaciones de la buhardilla, bajo el techo a dos aguas del último piso.

Los salones del San Rafael en la actualidad. La falta de mantenimiento lo han convertido en un escenario fantasmagórico.
Reunión de Presidentes de América, 1967 Salón “Gótico”.

“Por esta puerta de entrada, llegará usted a pasar las vacaciones que nunca había soñado”, decía un folleto del año 1964 donde se recreaban, a través de dibujos, los salones señoriales del hotel. Ya entonces el San Rafael era un mito para quienes visitaban Punta del Este: lugar de alojamiento obligado para los políticos, los artistas y las familias más adineradas que viajaban a la península y un paseo necesario para quienes sólo se debían contentar con admirar su fachada o las salas de juego.

En 1962, en plena Guerra Fría, el San Rafael fue sede y hospedó a los participantes del octavo encuentro de ministros de Relaciones Exteriores. En ese encuentro, los políticos de todo el continente discutieron si expulsaban a Cuba de la OEA. Ernesto “Che” Guevara participó de esas discusiones, y dio el famoso discurso donde condenaba las políticas de Estados Unidos en contra de la isla. Otros políticos y mandatarios extranjeros que se hospedaron en San Rafael fueron los reyes de España Juan Carlos y Sofía, los presidentes de Estados Unidos Richard Nixon y Lyndon B. Johnson y el empresario Nelson Rockefeller.

El Che Guevara, durante el encuentro de la OEA de 1962. Muchos líderes políticos de todo el mundo se hospedaron en los cuartos del San Rafael.

Pero no sólo de políticos es la historia del San Rafael. Desde el mexicano Mario Moreno, “Cantinflas”, quien se hospedó en 1951 hasta el astro del fútbol mundial, el brasileño Pelé, muchos artistas y celebrities durmieron en sus lujosas habitaciones.


En 1951, durante el primer Festival de Cine Internacional que se realizó en Sudamérica, el San Rafael fue un anfitrión de lujo, albergando a grandes figuras del continente y también de Europa. En esta antigua grabación se observa la lujosa recepción de aquel evento. Fuente video: Roberto Lamaison.

El hotel era el lugar de moda y no hospedarse allí era, básicamente, un deterioro a la imagen de cualquier famoso que se preciara de tal. Así, las estrellas que concurrieron al primer Festival Internacional de Cine que se realizó en Sudamérica se hospedaron allí. El número de famosos es de envergadura: Julio Iglesias, Raffaella Carrá, Susana Giménez, Ricardo Darín, Carmen Maura,

Edwin Aldrin −el segundo hombre en pisar la luna, astronauta de la legendaria Apolo 11−, el bailarín ruso Aleksandr Godunov, músicos como Joe Cocker, Rod Stewart, Billy Idol. Todos pasaban por sus habitaciones porque, durante décadas, el hotel San Rafael fue sinónimo de lujo y confort en la península. Incluso, había algunas habitaciones que no podían ser ocupadas porque una misma familia las reservaba para toda la temporada.

La historia del hotel cuenta, también, con un hecho político-policial que fue tapa de todos los diarios uruguayos de la época.

En plena temporada, el 18 de febrero de 1969, un comando de la agrupación Tupamaros robó la recaudación del casino y se convirtió en el tema de conversación de aquel verano. Así, recibía el San Rafael la tumultuosa década del 70, tal vez su última gran década. Algunos signos de preocupación, sin embargo, ya estaban presentes: en 1968, Yolanda Manoukian, se convirtió en la administradora del hotel, haciéndose cargo de la propiedad cuando estaba en remate por deudas fiscales. En ese momento, todavía parecía muy lejano el final.

Agonía y ocaso

Ningún esplendor es permanente. El tiempo, cruel y justo a la vez, fue tallando los días y la década del 80 ya no fue tan sencilla a la hora de mantener la imagen del “mejor hotel de la península”. Ya había varios lugares que estaban más de moda que el San Rafael, la ciudad crecía hacia La Barra y, de algún modo, el hotel comenzó a quedar cada día más cerca de la Punta y más lejos de las tapas de las revistas y de las reseñas de eventos sociales. Se volvía historia con cada año que pasaba y ya no formaba parte del futuro de la península. En algún momento, aún funcionando, comenzó a tener más fachada de edificio histórico que de hotel de súper lujo. Y eso, claro, siempre es malo para los negocios. En el año 1991 se hizo la última inversión fuerte y se construyeron dos piscinas techadas y climatizadas, un spa, lo que supuso una ampliación de 2.000 metros cuadrados. Sin embargo, la suerte ya no jugaba a favor del viejo mito.

Uno de los últimos intentos de hacer resurgir los años dorados. En los 90, se realizó la última inversión importante del San Rafael, construyéndose la piscina techada y climatizada y un spa. Fue una ampliación de 2.000 metros cuadrados pero no alcanzó para revitalizarlo.

La inauguración del Hotel Conrad, en 1997, fue uno de los últimos golpes de gracia para el San Rafael. Ese año también, Casinos del Estado cerró la sala de juegos, lo que supuso un juicio importante de los dueños contra el Estado por incumplimiento de contrato. De todos modos, el San Rafael estaba muy lejos de sus mejores días: con habitaciones clausuradas, con personal mínimo, con deterioros estructurales que no se podían arreglar porque suponían un dinero que no estaba disponible, el hotel de “categoría especial” fue diluyéndose en las nieblas del nuevo siglo. Quedaba el mascarón, como el de los barcos encallados en la costa que ya no volverán a navegar. Quedaba el perfil imponente pero, visto de cerca, su semblante denotaba que ya no existía retorno. La crisis de 2001 y 2002 −que alejó a los turistas argentinos de la península− y la crisis mundial de 2008 terminaron despojándolo de sus últimos atisbos de lucha. En 2001, pasó de cinco estrellas a tres estrellas. En 2009, una asociación entre el grupo empresarial argentino Ingalfa y la cadena de hoteles Hilton anunció que lo compraría y lo reconvertiría en un cinco estrellas, con un plan a futuro que incluían dos torres modernas. Pero ese proyecto quedó en la nada. El hotel cerró al público en 2011. Y en 2012 dejó de funcionar frente a la esperanza de un compromiso de compra que finalmente no se concretó.

Yolanda Manoukian de Merlo junto al Puma Rodríguez, en su época de esplendor

Parecía que no había manera de resucitarlo. Así y todo, en todos estos años, el hotel fue mantenido en su interior, Y, según sus administradores, todos los pisos se mantienen lustrados, a pesar del deterioro de los techos. Ese año, 2012, en la web del hotel se leía esta declaración de Yolanda Manoukian:
“A nuestros Clientes y Amigos y Agencias:

El Hotel San Rafael se encuentra abocado hoy a una nueva etapa dentro de su extensa vida coronada con éxitos a nivel nacional e internacional que supimos compartir con todos Uds.

Hoy este nuevo camino emprendido nos obliga a hacer un alto en nuestra relación amistosa y comercial con Uds. para revitalizar tanto las instalaciones como los servicios.

Habiendo tomado contacto con la cadena hotelera HILTON WORLDWIDE estamos asegurando una propuesta logística de primer nivel mundial creada para satisfacer todas las necesidades de nuestros clientes que nos permitirá al regreso, ofrecerles un Complejo Hotelero, indudablemente de lo mejor de Sudamérica.

Culminada esta etapa reiniciaremos contacto con Uds. para que con vuestra preferencia podamos comprobar que lo que se ha hecho ha valido bien la espera.
Yolanda M. de Merlo”

Pero esa esperanza fue débil y duró poco. La oferta fue de 30 millones de dólares y no prosperó. En 2015 se ofertaron 11 millones, pero tampoco se pudo cerrar el negocio. Una y otra vez el proyecto de venta se vino a abajo y, todo lo hacía prever, la suerte del San Rafael parecía echada. Para ese entonces, ya no había retorno.

En los últimos años muchos han sido los planteos de compra, pero ninguno ha prosperado. Tanto como esos, han sido los bocetos y los gráficos que respaldaban cada propósito de compra.

Durante las últimas décadas, fueron varios los proyectos presentados para volver a poner al San Rafael a la altura de los nuevos tiempos. En cada caso, hubo presentación de gráficos que mostraban las ideas para un posible futuro para el icónico hotel. Ahora, tal vez, uno de esos futuros posibles pudiera ser la próxima realidad.

Hoy el hotel está deteriorado: a los techos comidos por el tiempo y el clima, se le suman problemas varios para su mantenimiento, así como de cañerías y de cableado. De las 500 personas que trabajaban cuando estaba en pleno funcionamiento sólo queda el personal elemental para su mínimo cuidado. Ya no figura como asociado a la AHRU (Asociación de Hoteles y Restaurantes del Uruguay) y, según le dijo el subsecretario del Ministerio de Turismo, Benjamín Liberoff al diario El País: “Cuando un hotel está en funcionamiento se registra en el Ministerio, y no está registrado”.

El juego de las ordenanzas

Yolanda Manoukian de Melo y Giuseppe Cipriani durante el fin de semana en el que se firmó el acuerdo de venta del San Rafael. Los números finales de esta transacción no se conocen porque existe entre las partes un acuerdo de confidencialidad.

Ningún esplendor muere de manera definitiva. Sobre todo después de tantas décadas de brillar en Punta del Este. Por eso, muchos se alegraron cuando la Intendencia de Maldonado anunció que el grupo del empresario Giuseppe Cipriani se había comprometido a comprar el edificio del hotel San Rafael y toda la superficie de tierras que integran la manzana donde se ubica, en una cifra que rondaría los 40 millones de dólares, cifra que no se sabe con exactitud por un acuerdo de confidencialidad entre las partes. El proyecto de inversión, que se habilitaría a partir de la transacción de compra y según la ordenanza aprobada por el gobierno departamental, incluye la posibilidad de construcción de hasta dos torres a los costados y hacia atrás del edificio existente. La negociación fue llevada adelante por el mismo Cipriani y la ahora ex directora del San Rafael, Yolanda Manoukian de Melo.

El grupo comprador posee una cadena hotelera que opera a lo largo del mundo –con base en Europa– y que, además de asumir la administración del hotel, invertirá otros 200 millones de dólares en nuevas obras, reformas y reparaciones a cargo del prestigioso arquitecto uruguayo Rafael Viñoly, quien también tendrá bajo su responsabilidad la construcción de las dos torres que se ubicarán detrás del actual hotel. El futuro proyecto, como ya se dijo no podrá superar superficie máxima aproximada a los 120 mil metros cuadrados de construcción, incluyendo las del edificio original del hotel. Se estima que, cualquiera sea la escala del desarrollo que se plantee, aún no alcanzando el máximo metraje dentro del nuevo marco normativo, supondrá un monto en jornales directos de obra de varios millones de dólares.

El futuro del San Rafael en manos del inversor italiano y del arquitecto uruguayo. Giuseppe Cipriani y Rafael Viñoly son los encargados de restaurar el hotel y de la construcción de hasta dos torres de 24 pisos que podrán desarrollarse en la manzana 815, que consta de una superficie de tierra de casi dos hectáreas y media.

A pesar de la nueva apuesta por el San Rafael, hay quienes no están de acuerdo con la construcción de las dos torres. Pero para el Intendente de Maldonado, Enrique Antía, “es la mejor noticia para Punta del Este de los últimos tiempos. Es salvar al icónico hotel San Rafael testigo ilustre de la historia de Punta del Este”.


Sucede que para hacer viable la inversión y el rescate del edificio, la administración Antía impulsó un cambio de ordenanza para la manzana 815 que ocupa el hotel. El decreto Nº 3973 del 3 de octubre del año pasado estableció para esa manzana los mismos parámetros de construcción del fraccionamiento Lobos, que en la actualidad alberga la torre Trump, la torre Tiburón III y las dos Le Parc. Esto es: la ordenanza fija la altura de 24 pisos pero, en el caso de la manzana del hotel San Rafael, las dos torres deberán levantarse distantes del frente rambla, en el frente sobre la avenida Mar del Plata, paralela a la rambla Lorenzo Batlle Pacheco. Esa es una de las tantas condiciones que la ordenanza especialmente aprobada ha impuesto, para mantener visualmente bien expuesta la figura y la volumetría del edificio del hotel.

Sin embargo, hay que ser precisos con las idas y vueltas de las ordenanzas. En algún momento y hasta muy recientemente, pusieron en serio riesgo la preservación del edificio histórico. En 2011 se dictó el Decreto Departamental 3839, que regula la construcción de programas edilicios de hotelería y afines. Este decreto establece para la zona donde se ubica, entre otras, la manzana donde encuentra el hotel, la posibilidad de edificar nuevas construcciones sin plantearse siquiera la suerte del emblemático edificio. En otras palabras, se lo podía demoler. Según esa ordenanza, vigente hasta la aprobación de la reciente especial, para salvar el edificio del hotel, está permitido construir cada 4.000 metros cuadrados de superficie un edificio para hotelería de 10 pisos.

Si el hotel fuera de cuatro o cinco estrellas, sigue diciendo ese decreto, los parámetros de edificación pueden ser incrementados en un 20 por ciento. En síntesis, la potencialidad de edificación que definía esa norma habilitaría que, en los casi 24.000 metros cuadrados que tiene de superficie la manzana 815, se podrían establecer seis edificios de 12 pisos, demoliendo el viejo edificio del San Rafael, sin violentar ninguna ordenanza. Si a partir de la aprobación de la reciente norma, que por otra parte tiene vigencia transitoria, no se logra concretar la presentación de un proyecto integral, que incluya considerar el mantenimiento del edificio del hotel original en las condiciones que se imponen, volverá a tomar vigencia el decreto del año 2011 y el riesgo de perder el edificio del San Rafael vuelve a reproducirse.

Con la intención de lograr esa deseable condición de salvar el emblemático hotel, varias han sido las preocupaciones y en ese sentido se han planteado anteriormente algunas ideas, a partir de la identificación primaria de interés en llevarla adelante. Por diversas razones no se exploraron convenientemente esas posibilidades y no prosperaron.

Un año antes de ese decreto mencionado del 2011, en el año 2010, el estudio de arquitectura Real y Asociados formuló una propuesta que ya se le había planteado a Fosara S.A. La iniciativa planteaba desarrollar un Centro de Convenciones y de Exposiciones en esa locación, algo que por entonces Punta del Este necesitaba y era idea prioritaria para el gobierno del momento. Estaba fuertemente instaurada la idea de lograr ese programa para eventos ferias y convenciones como infraestructura de servicio a incorporar en Punta del Este. Según la idea expuesta por el estudio de arquitectura, el hotel se iba a recuperar y a mantener, integrado al nuevo complejo. Se haría también, a través de capitales privados, en el predio del hotel y en la manzana del mismo, el centro de convenciones, exposiciones y predio ferial en acuerdo a las necesidades locativas programáticas que se convinieran con la administración departamental. En construcción en altura, el complejo tendría un edificio para departamentos. También la idea implicaba la posibilidad de acondicionar amplios espacios públicos del entorno urbano del San Rafael, para exposiciones a cielo abierto. La ciudad podía haber tenido en ese sector, un espacio caracterizado para múltiples servicios afines a los programas que se buscaban, exposiciones , convenciones, hotelería , alojamiento, gastronomía y afines, en un espacio próximo y estratégicamente ubicado respecto a los demás servicios e infraestructuras con que cuenta el área, vinculada a la centralidad de la península y al recurso de la costa. La posibilidad duró poco, fue descartada por el gobierno, que ya había decidido construir el complejo ferial y de exposiciones donde se encuentra actualmente, en la zona de El Jagüel.

Caída esa idea, con el tiempo jugando en contra del edificio histórico, como derivación positiva, se llegó a afirmar la conclusión que también, cualquier otra opción, debía incluir la restauración del San Rafael y prohibir su demolición. Así es que Fosara S.A. y el estudio de arquitectura Real y Asociados mantuvieron ese propósito y últimamente, coincidiendo en ese objetivo con el gobierno departamental, tanto con el Ejecutivo como con el Legislativo, se ha logrado, por la voluntad política asumida y con el compromiso de preservar el hotel, la aprobación del reciente Decreto Departamental 3973. El nuevo decreto establece normas específicas para aplicar a la manzana 815. El primero de los ítems señala que, para usar los parámetros especiales de edificación, que suponen la posibilidad de edificar hasta dos torres, debe recuperarse y mantenerse la construcción original del hotel, como condición fundamental de partida. Algo similar a lo que se hizo durante la década del 90 en Buenos Aires con la Mansión Alzaga Unzué y la cadena hotelera Hyatt (actualmente Four Seasons): construir una torre pero preservar el edificio histórico. Así es que en la manzana donde está el San Rafael se podrán construir como máximo dos nuevos edificios, ubicados de la mitad de la profundidad del mismo hacia el contrafrente de la Rambla Costanera. Según el nuevo decreto, la ocupación máxima de la manzana con edificaciones sobre el suelo no podrá superar el 30 por ciento de su superficie, incluyendo la del edificio original del hotel. Teniendo en cuenta que el San Rafael ya ocupa un 15 por ciento del terreno, las nuevas construcciones sólo podrán ocupar otro 15 por ciento. Este bajo factor de ocupación del suelo procura lograr un 70 por ciento de suelo libre de edificaciones y que el edificio original del hotel mantenga su imagen y su visual como protagonista de ese espacio.

Esta opción se presenta alentadora para el viejo e icónico hotel. Se trata de una salida que, al menos, preserva el patrimonio arquitectónico de la península. En ese campo, ya la ciudad perdió demasiado: La casa de Gorlero, el ex cine Ocean, La Cigale, la estación de servicio de parada 1 y medio, sobre rambla Mansa, el hotel Playa, son algunos de los ejemplos de ausencias irrecuperables que se lamentan a diario.

A diferencia de La casa de Gorlero, de La Cigale, del Hotel Playa y del cine Ocean, el hotel San Rafael podrá no ser demolido. Por fortuna, en ésta ocasión, no se derrumbará el patrimonio arquitectónico de Punta del Este.

Habrá que tener amplitud y actitud positiva para no perder esta nueva oportunidad. La preservación del viejo hotel San Rafael es lo que está en juego.

Una acuarela de 1957, donde se mostraba al San Rafael en todo su esplendor. Parte de la época dorada del hotel de lujo, “categoría especial”.

Fuentes consultadas:

Diario El Observador de Uruguay www.elobservador.com.uy
Diario El País de Uruguay  www.elpais.com.uy
Diario Infobae de Argentina  www.infobae.com
Portal de noticias  Subrayado de Uruguay  www.subrayado.com.uy
Blog Casas del Este www.casaseneleste.com/blog
Archivo Punta del Este Internacional www.puntadelesteinternacional.com