La pintora uruguaya ha conseguido un gran renombre en todo el mundo. Dueña de un trazo y un estilo inconfundible, ha hecho que sus cuadros marítimos recorran distintos continentes y que conmuevan por su fuerza singular. Micaela Núñez deslumbra con sus pinturas y todavía tiene mucho camino para andar entre vientos, mares, veleros y faros.
Muchos la conocen como la pintora del viento o la chica de los veleros. Ha logrado en sus más de 30 años de carrera una gran repercusión con su obra donde habitan marinas, faros, barcos y mares embravecidos. Su obra se ha presentado en diversos países como Estados Unidos, Argentina, Uruguay, Francia, Brasil y Holanda, entre otros. Pero recala principalmente en el Museo Ralli de Punta del Este y en el Museo Marítimo de Ushuaia, en Tierra del Fuego, donde trabaja ofreciendo clases abiertas, exponiendo su obra y dando charlas desde hace ya 20 años.
Hija del ciclista Américo Nuñez, nacida y criada en Punta del Este, Micaela tiene un apego fundacional con su ciudad. Y lo demuestra en sus pinturas, donde el mar se conjuga con las embarcaciones y con los faros en obras que resaltan la furiosa conjunción del agua con el viento. Sus cuadros plasman las embarcaciones -sobre todo los veleros- desde un punto de vista muy particular que los vuelve una suerte de polaroids en movimiento. «El mar y los veleros son mi casa, mi hogar», suele decir Micaela desde su taller ubicado en Santa Mónica, cerca de la Laguna de José Ignacio. Desde allí, dice: «Comencé a pintar desde muy chiquita, yo iba al Colegio la Virgen Niña, ahí estaba la directora la hermana Mercedes ella dibujaba increíble, y me hacía dibujar y pintar como actividad. Con ella ya pinte óleo y otros materiales, tenía una cartelera donde ella colocaba los dibujos más lindos ahí y a veces ponía alguno mío. Cuando llegué al secundario me apasioné por el dibujo técnico y decidí estudiar arquitectura. Viajé a Europa, luego me instalé en Buenos Aires y me puse a estudiar arquitectura de interiores. Pero la nostalgia por estar alejada de mi mar, de mi ciudad, me llevo a pintar veleros, como una forma de estar cerca de mi Punta del Este, del puerto donde nací. Y también faros porque el faro fue uno de mis compañero desde muy pequeña».
Pasión por el sur
Desde aquellos primeros cuadros atravesados por la nostalgia que pintaba en Buenos Aires hasta su obra actual, la carrera de Micaela fue creciendo de manera significativa. Ella recuerda como muy importante un muestra hecha en la galería Vip de Buenos Aires donde presentó la serie de 14 cuadros que llamó «Evolución de los cascos en el Rio de la Plata» y que supuso un gran reconocimiento y punto inicial para el comienzo de su trabajo en el Museo Marítimo de Ushuaia. Sin embargo, antes de esa muestra, se debería mencionar el primer año que expuso en la galería del Paseo de la Barra. Porque allí exhibió sus primeras proas «Yo hacia esas proas y la gente decía que nunca habían visto un barco de ese modo. Ahí me vinieron a hacer notas de los medios argentinos y uruguayos, me contacte con el Museo Ralli, con la galería Vip. De verdad, se me abrieron muchas puertas», afirma.
La exposición en la galería Vip de Verónica Rawson Paz fue determinante y, además, le abrió la puerta del museo del sur argentino. «A la muestra de Vip fue muchísima gente y entre esas personas estuvo el director del Museo de Ushuaia, el historiador Carlos Pedro Vairo. Él se acerco a Serrana Prunel, la directora del Museo Ralli de Punta del Este, y le pregunto si me podía contactar. Serrana me paso su teléfono y me pidió que lo llamara. Así lo hice y él me pregunto si pintaba marinas. Después, pasaron unos meses y vino a Punta del Este, donde pudo observar buena parte de mi obra y mi pasión por el mar, la náutica, los barcos. A partir de entonces, voy todos los años a trabajar a Ushuaia. Allí tengo obra de barcos históricos, tengo una sala a mi disposición para trabajar, expongo, he dado charlas, doy clases. Es muy amplio lo que hago, un intercambio cultural muy significativo para una ciudad que esta alejada de otras ciudades», asegura.
Ahora, de hecho, en este mes de mayo, Micaela viaja a Ushuaia para la reapertura y puesta a punto del museo que estuvo cerrado durante la pandemia. Cuenta: » Voy a producir las obras que se van a ver esta temporada. Voy a hacer un taller abierto al público y aparte estuve trabajando con Natalia, que es la directora del museo de artes gráficas y, por primera vez, hice litografías náuticas que van a ser expuestas en la Segunda Bienal de Artes Gráficas que se va a hacer en el museo y a la que están invitados ciento y pico de artistas. La Bienal del año pasado fue buenísima, contundente. Y este año soy la invitada especial. Así que voy a estar trabajando una serie nueva de cuadros y voy a estar presentando las litografías. Mucho trabajo me espera».
Un estilo singular
Micaela pinta con acrílicos. «En principio, hago como grandes acuarelas pero después las rayo, las mancho. Es particular mi manera de expresarme. A esta altura de mi carrera he logrado un dialogo entre mis personas y la obra que me define. Al principio pensaba que pintaba mal porque no había hecho la escuela de Bellas Artes pero después me fui dando cuenta de que la gente entendía mi mensaje», sostiene.
Sus cuadros actualmente están en colecciones privadas y en museos. También una de sus obras está exhibida en el The Grand Hotel de Punta del Este y uno de sus murales -de 2 metros por 3 metros- fue comprado por los reyes de Malasia, Abdullah de Pahang y su esposa, la reina Azizah Aminah Maimunah, que viajaron a Punta del Este para ver su obra y quedaron impactados. El Museo Ralli ha adquirido cinco de sus cuadros: una obra individual y la colección «Los artistas en mi vela» que está formada por cuatro cuadros.
Para la pintora, hay tres momentos fundamentales en su carrera: «El primero, cuando vendí mi primera obra, tenía 20 y pico de años. La compró un señor paraguayo. Cuando me vi con los 350 dólares que había cobrado, salí corriendo en la bicicleta y me compré un equipo de audio. La segunda fue cuando dejé de trabajar en Solanas, ahí yo trabajaba en arquitectura de interiores. Pero un día entendí que debía seguir con mi carrera como artista y renuncié. De inmediato me puse un poco mal porque sentía que no estaba haciendo nada. Recuerdo que estaba en Brasil, entre montañas, y pinté mi primera proa. Y ahí supe por donde iba mi camino: me llevé el cuadro a Punta del Este y casi enseguida un inglés me la compro.
El tercer momento fue cuando estaba en La Barra y me dijeron que venían los reyes de Malasia a verme. Primero pensé que era un chiste. Pero llegaron los reyes, vieron la obra en mi taller y me dijeron que les gustaba todo. Me impresione porque ellos tenían la posibilidad de ver obras en el mundo que yo nunca iba a ver y que les gustara lo mío me dejó muda. Enseguida compraron mi mural».
Su estilo es definitivamente singular. Y la pintora también lo considera de ese modo. «A partir de la primera proa que hice, me di cuenta de que la libertad estaba presente. Y decidí hacer lo que quisiera mi obra, seguir el trazo del cuadro. Me enfoque en las regatas, en poder jugar con la luz, con el agua. Por otro lado, está la parte de barcos históricos. Pero ambos, los veleros de las regatas y los barcos históricos, funcionan en mi mente en el instante que da la libertad del trazo, del color. Pienso que lo que estoy transmitiendo es la adrenalina de mi trabajo».
Micaela tiene nuevos proyectos para este 2023, además del Museo de Ushuaia. «Estamos proyectando para la temporada algo por los 100 años del Yacht Club de Punta del Este. Pienso que debo y quiero estar porque es el lugar de mi ciudad y donde me encanta mostrar mi obra. Estamos haciendo un trabajo conjuntamente con el artista Adolfo Sayago: una serie de 14 obras o mas que va a quedar muy buena», afirma mientras cae la tarde y el mar de sus cuadros parece asomar por todas las ventanas de su estudio.
Ver también: Micaela
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Ruta 10, km 179,200, Santa Mónica (Camino a José Ignácio) URUGUAY
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Tel. Argentina: +54911 68174637
