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Turismo y Opinión

Casapueblo
Entre el cielo y el mar

 

En Punta del Este siempre se hizo un culto del atardecer. Las bellas construcciones que miran a Solanas son la mejor prueba de esto. Pero hoy ha comenzado un nuevo rito, el de esperar la salida del sol. Por eso, muchos están encontrando esta opción como algo más que un sueño. Ya se ha comenzado a celebrar la llegada del sol cada día. Y la gran cantidad de proyectos nuevos sobre la Bahía de Maldonado, en Punta Ballena, demuestran que un nuevo y al mismo tiempo eterno sol sale para Punta del Este.

 

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Este cambio hizo en su momento que la Bahía de Maldonado cambiara su paisaje. La vieja y querida roca pelada que era la Bahía, ese territorio de pescadores, tuvo en el gran artista plástico Carlos Páez Vilaró a su pionero. Fue Vilaró el que imaginó el futuro de la zona. Como si fuera un lienzo en blanco, el artista intuyó otro paisaje. Y dio la primera pincelada, Casapueblo. Impulsado por sus ganas de instalar allí su atelier de pintura y un espacio para recibir amigos, comenzó a juntar maderas, puertas y otros elementos que usaría para edificar Casapueblo en “La Pionera”, una casilla ubicada en Punta Ballena, sobre los acantilados.

 

 
Y en 1960 comenzó a trabajar las primeras paredes de cemento con sus propias manos. Para eso, descartó los ángulos y las líneas rectas, y levantó lo que él mismo concibió como “una escultura para ser vivida”, inspirándose en el trabajo de los horneros más que en el estilo de construcción mediterráneo. Así, los ranchos de pescadores se fueron convirtiendo en propiedades que celebraban el sol. Y hoy cada día hay más, mejores y más ambiciosas construcciones que esperan la salida del sol. Un departamento en estos nuevos emprendimientos inmobiliarios supera el medio millón de dólares y tienen piscinas en sus terrazas.

 

Pequeño planeta de Casapueblo
Pequeño planeta de Casapueblo

 
Ahora en Punta del Este se celebra el sol desde que sale hasta que se oculta en el horizonte. Tal vez ese justamente haya sido el sueño de los pioneros, de Lussich y sus grandes ideas. Porque este crecimiento constante de la ciudad y de sus nuevos emprendimientos demuestran que la península no se detiene. Ni al amanecer ni al atardecer. Su premio es el color naranja que todo lo envuelve en los grandes momentos diarios del sol que son, también, grandes momentos para los hombres que lo celebran.

 

Carlos Páez Vilaró festejó sus 90 años junto a su familia y amigos