Define su obra como interrealista, trabajando no sólo el hecho artístico sino también el sentido espiritual de la obra. Sus esculturas son las preferidas del arquitecto Carlos Ott, que suele incluirlas en sus grandes edificios de lujo que construye alrededor del mundo.
Nació en Montevideo, en 1968, pero optó por escapar del vértigo urbano. Se instaló en Paso de los Toros, Tacuarembó, en una casa de campo donde trabaja sus esculturas en contacto directo con la naturaleza. Mauro Arbiza creó el movimiento interrealista -en 2000, publicó un libro llamado Interrealismo-, donde busca definir sus obras desde un punto de vista energético espiritual. «El arte es un lenguaje del alma, no apunto únicamente al hecho plástico sino que mi investigación se centra en lo metafísico de la obra, en el alma de la obra», asegura.
Sus esculturas -trabaja con fibra de vidrio, fibra de carbono, bronce y acero inoxidable- suelen ser muy requeridas en todo el mundo. El reconocido arquitecto Carlos Ott es su admirador y suele encargarle esculturas para sus edificios de lujo. El último encargo de Ott fue el Proyecto Abu, una escultura flotante en acero inoxidable -parte de su serie Floating Sculptures-, que fue instalada en un edificio de la ciudad de Abu Dhabi, en los Emiratos Árabes.
Arbiza ha expuesto en España, Canadá, Estados Unidos, Portugal, entre otros países. Y tiene en Garzón un workshop donde trabaja en los veranos. Fue discípulo del escultor cubano Manuel Carbonell, convirtiéndose así en la cuarta generación de discípulos de Auguste Rodin. Ocurre que Carbonell fue discípulo de José Sicre y éste de Bourdelle, el estudiante preferido de Rodin.
De todos modos, su obra impacta de inmediato, sin necesidad de pergaminos. El crítico Máximo Jacoby, sintetiza: «Él es su propio profeta, encontró en la obra un modelo de vida, pensamiento y espiritualidad».
https://www.arbiza.net
Contacto: +598 099 864 444