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Punta del Este desde el aire – Las burbujas de José Ignacio

Con Volá www.puntadelesteinternacional.com/360/toures/puntadesdeelaire, podemos sobrevolar la ciudad. En este vuelo elegimos tres burbujas maravillosas que realzan sitios únicos de nuestro paisaje, en esta oportunidad, José Ignacio. 

Desde el aire, la ciudad puede observarse diferente. Hace tiempo que lo descubrimos. Por eso, lanzamos Volá, una manera distinta de ver a Punta del Este. Y hoy comenzamos con la primera entrega de nuestros pequeños planetas, las burbujas donde habitan lugares exclusivos o clásicos de la ciudad, bellezas en miniatura. 

La entrada de José Ignacio, vista en pequeño planetas con el programa Volá diseñado por Nicolás Tarallo.

En 1878, en la Exposición Universal de París, aparecieron por primera vez las conocidas «bolas de nieve», esas esferas transparentes hechas generalmente de cristal que incluye una escena en miniatura de un paisaje o de un monumento. Dentro tienen agua y una gran cantidad de partículas blancas. Al agitarla, la «nieve cae». La primera en venderse de manera masiva fue una bola de nieve con la Torre Eiffel en miniatura. De algún modo, nuestras burbujas aéreas son un homenaje a las famosas «bolas de nieve»: ahí en miniatura ofrecemos un paisaje icónico para el recuerdo de quienes lo han visitado o para el descubrimiento de aquellos que aún no lo conocen.

Como dijimos, este trabajo será por entregas. Y para su inauguración, nada mejor que José Ignacio. El pintoresco pueblito de pescadores se ha vuelto en las últimas décadas uno de los sitios más importantes de Punta del Este. Allí se radican extranjeros, allí se respira ese aire todavía un poco salvaje de los lugares que guardan el encanto de lo rústico. Allí se establecen tendencias en la moda y en la gastronomía. Y allí también hay una serie de lugares típicos, íconos del pueblo, postales para el recuerdo. Ahora, desde el aire, se los puede ver como burbujas que todo lo contienen; pequeños planetas donde cada uno de esos sitios reina para siempre, donde sueña el mejor de sus sueños.

El faro de José Ignacio

El faro de José Ignacio, visto desde el cielo en pequeño planeta.

Fue uno de los primeros en llegar a ese territorio que, en esos tiempos, todavía era el reino del viento y de la arena. El Faro de José Ignacio fue iluminado el 1 de junio de 1877. ​ La torre cilíndrica de piedra tiene 25 metros de altura. Está en el extremo más saliente y rocoso de la península,  rodeado de arrecifes. Es una de las construcciones más populares del pueblo y , por la noches, se ilumina para cuidar a las embarcaciones y también para dar su majestuoso show nocturno.

Laguna de José Ignacio

La toma fotográfica desde el aire permite apreciar tanto las aguas de la laguna como del mar, como si fuera una burbuja de cristal.

Es una laguna salobre que pertenece al sistema de lagunas costeras del este de Uruguay y sudeste de Brasil. Ofrece un lugar de descanso único y posee un paisaje de gran belleza y biodiversidad. Hay gran cantidad de especies de pájaros, por eso está considerada ideal para el birdwachting.  Integra el Parque Nacional Lacustre desde 1977 y es un sitio de gran importancia ornitológica, al punto que BirdLife International la incluye como sitio IBA. Tiene una extensión de 8 kilómetros en su parte más ancha y cubre una superficie total de 2.200 hectáreas. En sus orillas, son imperdibles los atardeceres.

El puente redondo

El puente redondo del arquitecto Viñoli se destaca sobre las traslúcidas aguas de la laguna Garzón.

El Puente de Laguna Garzón, inaugurado en diciembre 2015, une Rocha y Maldonado. Se trata de una obra de arte de la arquitectura comprometida con el medio ambiente. Su forma de anillo sostenido por una serie de columnas permite el libre flujo de los cambios de la laguna y además el uso de las embarcaciones típicas de la zona. Fue desarrollado por el prestigioso arquitecto uruguayo Rafael Viñoli y posee pasarelas peatonales para el avistamiento paisajístico, Tiene 830 metros de barandas externas e internas en acero galvanizado que van desde una a otra cabecera. Hasta su construcción, el cruce entre un departamento y otro era a través de una balsa. Muchas veces se peticionó por la construcción de un puente pero, por ser un territorio protegido, costó mucho que prosperara. Finalmente, la brillante idea de Viñoli se ajustó a las necesidades: comunicación por ruta entre Rocha y Maldonado y preservación de la naturaleza del lugar. Hoy merece ser visitado sólo para observar su belleza arquitectónica.

Hasta la próxima entrega

Nuestro paseo virtual concluye acá. Pero sólo por hoy. Volveremos a visitar Punta del Este desde el aire en muy poco tiempo. Entonces, será la hora de otras burbujas de colección: sitios de La Barra, La Mansa, La Brava y de la Península se convertirán en territorios únicos, en miniaturas de bola de cristal donde no cae la nieve pero el sol brilla en todo su esplendor. 

La playa Suzana muestra todo su esplendor junto al parador Vik.

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