El gobierno uruguayo y los rescatistas civiles han llegado a un acuerdo por los bienes encontrados en los buques naufragados Argamemnon -inglés- y Salvador -español-. Se dividirán en partes iguales entre el Estado y los civiles involucrados en el rescate de estos tesoros. De la misma forma, hace un tiempo la justicia dictó sentencia con respecto al rescate de los objetos encontrados en el buque alemán Graf Spee: el gobierno uruguayo debe venderlos y entregarle el 50 por ciento de lo recaudado en subasta a los inversores civiles del rescate. Las voces disidentes y una polémica que aún no concluye.
Las aguas uruguayas guardan tesoros, barcos hundidos, mitos y leyendas. Algunos de esos barcos fueron hallados y buena parte de su contenido rescatado, por lo general, por particulares.
Así los objetos encontrados en el barco inglés Agamemnon -hundido en 1809-, el español Salvador -1812- y el alemán Admiral von Graf Spee -1939-, tuvieron a protagonistas civiles como rescatistas y al gobierno uruguayo como socio y controlador de los descubrimientos.
Ver: Naufragios emblemáticos de Punta del Este
Pero recién en los últimos años las partes parecen haber llegado a un acuerdo, no sin encontrar voces disconformes por estos arreglos.
Entre los acuerdos figuran el celebrado por el Ministerio de Defensa Nacional y los familiares del buzo Héctor Bado para dividir en dos los cerca de 5.000 objetos recuperados de los buques Agamemnon y Salvador. Y el fallo judicial que ordenó al Ministerio de Defensa y a la Prefectura Nacional a vender las piezas del buque alemán Graf Spee rescatadas en 2006 por los empresarios Alfredo y Felipe Etchegaray.
Del resultado de esa venta, los rescatistas cobrarían el 50 por ciento que les corresponde. Este último caso mantuvo una batalla judicial de una década mientras que la disputa por los bienes del buque inglés y del español casi llegó a los 20 años.
Las disputas judiciales tienen un claro motivo: las piezas rescatadas de este verdadero museo subacuático uruguayo son muy importantes. Incluso ahora, ya saldada las cuestiones judiciales, sigue habiendo voces disonantes ante los fallos de la justicia.
Más allá de las razones de cada una de las partes, lo notable es la cantidad y la calidad de los objetos que se encontraron en el mar uruguayo, bienes que van desde el águila-estandarte que llevaba el Graf Spee en su mascarón de popa hasta un sello que perteneció al héroe naval inglés Horacio Nelson, pasando por cañones de diferente envergadura y procedencia.
Estos tesoros forman sólo una parte de este museo subacuático que aún hoy guarda, como dijimos al comienzo de la nota, aún más mitos y leyendas.
Tesoros marinos
Entre los bienes rescatados del Agamemnon figura un cañón que fue recuperado en 1997 y que desde entonces se encuentra bajo la custodia de la Armada Nacional.
Este cañón participó de la última gran batalla de barcos de madera de la historia, cerca del cabo de Trafalgar en 1805, en la que los ingleses vencieron a la flota integrada por los buques españoles y franceses.
Entre los objetos encontrados también estaba el sello de Nelson, el gran vencedor de esa batalla donde Napoleón Bonaparte perdió las esperanzas de conquistar Inglaterra. El final del barco, en cambio, no fue tan heroico.
Ver: Salir a flote – Arqueología subacuática
El buque tenía base en Río de Janeiro y había puesto rumbo al sur junto a otros cuatro barcos y dos fragatas para enfrentar la supuesta llegada al Río de la Plata de parte de la flota francesa. Pero al llegar a la altura de la isla Gorriti, el 16 de julio de 1809, el Argamemnon encalló en un barco de arena y se desfondó.
El caso del barco español Salvador se conoce como la peor tragedia marítima ocurrida en el Río de la Plata, con casi 600 muertos.
Este hecho ocurrió a sólo 250 metros de playa La Mansa, tras un furioso temporal acaecido la noche del 31 de agosto de 1812.
El barco había partido de Cádiz y transportaba a casi todos los oficiales y a la tropa del 29º Batallón del Regimiento de Albuera -Extremadura- y un destacamento completo de soldados de caballería. Su intención era reforzar Montevideo, ultima plaza que le quedaba a la Corona Española en la zona del Plata.
Entre los objetos rescatados de esta embarcación se encuentran varios cañones de distinto tamaño, fusiles, correajes, cristalería y varios objetos de valor hechos en plata y en oro.
Por último, el acorazado de bolsillo alemán fue protagonista de la única batalla de la Segunda Guerra Mundial librada en América del Sur. Entre las piezas encontradas está el telémetro del buque y el águila que adornaba la popa de la embarcación de guerra.
Ni bien rescatada, el águila fue exhibida en Montevideo durante un mes pero el gobierno uruguayo prohibió tanto su exhibición como su venta e incautó las piezas que fueron guardadas en un galpón del Fusan (Fusileros Navales).
Ahora, en los tres casos, el gobierno ya llegó a un principio de arreglo con los particulares y se espera que muy pronto los bienes de estos barcos salgan a subasta o, en el caso de aquellos que queden en manos del Estado uruguayo, sean puestos en exhibición.
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Distintas voces
Mientras los intereses de los particulares están, en principio, a resguardo -así como las inversiones que realizaron para efectuar los rescates-, hay quienes ven en este reparto de bienes una enorme pérdida del patrimonio cultural e histórico del país.
Mientras que los familiares del fallecido buzo Bado -quien también participó de la búsqueda del Graf Spee-, del también buzo Sergio Pronczuk -que participó de la búsqueda del Argamemnon y del Salvador- y de los hermanos Etchegaray ven por fin el final de una larga travesía por las aguas siempre turbulentas de los tribunales, están aquellos que no ven con buenos ojos la sentencia de la justicia -en el caso del buque alemán- ni el arreglo hecho por los objetos del barco inglés y del barco español.
Según Carlos Rodríguez, abogado de los empresarios Alfredo y Felipe Etchegaray, dueños de los permisos para rescatar los restos del buque de guerra alemán, «el Estado puede hacer lo que quiere con las piezas. Pero tiene una obligación contractual de vender los objetos rescatados para indemnizar y pagar de esa manera a los rescatistas el precio convenido, que fue el 50% de lo que se obtenga«.
Hay que tener en cuenta que por el águila ya hubo ofertas que van de los 10 a los 50 millones de dólares.
Después de conocido el fallo judicial, Alfredo Etchegaray aseguraba en la emisora FM Gente: «Con esta resolución, se termina con una injusta situación que duró más de trece años».
Ver: Fin de la controversia por el águila del Graf Spee – La justicia ordenó su inmediata venta
Sin embargo, hay quienes no opinan lo mismo. El diario español ABC en una nota firmada por el periodista Jesús García Calero se indigna con esta resolución de partes. Incluso no entiende cómo el gobierno español no ha tomado cartas en el asunto, en referencia al buque Salvador.
Sólo agradece a la asociación civil de Defensa del Patrimonio de Maldonado por haber rendido un homenaje a los soldados muertos. Justamente una integrante de la mencionada asociación civil, la doctora Claudia Luzardo llamaba, a través de su página de Facebook, a salvar el destino del patrimonio histórico y cultural de Maldonado.
Luego de una detallada explicación cronológica, Luzardo asegura que los acuerdos a los que llegaron el gobierno y los rescatistas son poco transparentes y pide su inmediata revisión.
Del mismo modo, el resultado de estos acuerdos ha puesto en tensión la relación entre el Ministerio de Defensa y el Centro de Investigaciones del Patrimonio Costero (CIPAC) que, con sede en Maldonado, depende de la Universidad de la República.
La importancia del CIPAC hay que entenderla de este modo: es uno de los pocos centros de investigación arqueológica subacúatica que existe en el mundo.
Por último, pero no menos importante, el gobierno alemán tampoco ve con buenos ojos la subasta de los símbolos nazis que se rescataron del Graf Spee.
En marzo de 2010, de visita en Montevideo, el entonces ministro alemán de Relaciones Exteriores, Guido Westerwelle, señaló que su gobierno quería «evitar que los restos de los símbolos del régimen nazi lleguen al comercio». Tiempo después, un vocero de la embajada alemana en Montevideo ratificaba esta posición.
De este modo, aunque con principio de acuerdo entre el gobierno uruguayo y los civiles relacionados con los recates, los objetos todavía navegan en medio de una tempestad que no permite rescatarlos del todo. Y, posiblemente, nunca se llegue a un punto en que todas las partes estén conformes.
Sin embargo, estas controversias poco tienen que ver con los tesoros que guardan las aguas del mar uruguayo. Muchos de ellos aún no encontrados. Muchos de ellos todavía navegan el mar de los mitos y las leyendas de nuestro maravilloso museo subacuático.