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Historia y naturaleza

La Comparsita: Made in Uruguay

En 1917 ya llegaba el ferrocarril a Maldonado, y los veraneantes disfrutaban del hotel España, el Biarritz y el British House. La ex Isla de las Palmas, Maldonado, y Green Island, ahora Gorriti, estaba forestada con pinos…

El eterno estudiante de Arquitectura, integrante de la Federación Uruguaya de Estudiantes, Gerardo “Becho” Matos Rodríguez, creativo y mujeriego, hijo del dueño del cabaret Moulin Rouge, apasionado de su equipo Nacional de fútbol y de las carreras de caballos, es el creador de la melodía, originalmente compuesta para los carnavales, y pide ayuda a su hermana mayor, Ofelia, para escribir La Cumparsita.

En La Giralda del Palacio Salvo, de 18 de Julio y Andes, uno de sus amigos se anima a presentarle la partitura al músico Roberto Firpo, que la interpreta, y en adelante agrega arreglos, así como también Carlos Warren. La presentación en Buenos Aires, en el café Iglesias, multiplica el éxito, y su autor la vende por chirolas, y en una sola jornada burrera del hipódromo de Maroñas, despilfarra sus ingresos. Años de batallas legales le permiten recuperar los derechos, por haber firmado siendo menor de edad. Decenas de otros tangos de su creación lo llevaron a una intensa vida en Buenos Aires y París: Che papusa oí, Adiós Argentina, Botija lindo, Dale celos, Pobre corazón, etc. Gerardo Mattos Rodríguez musicalizó también la película Luces de Buenos Aires.

Gerardo Rodriguez Matos

Gerardo “Becho” Matos Rodríguez, creativo, hijo del dueño del cabaret Moulin Rouge, es el creador de la melodía, La Cumparsita.

Los historiadores mencionan el origen del tango y las milongas en los puertos de Buenos Aires y Montevideo cerca de 1850, pero antes de las Provincias Unidas del Río de la Plata (1814), el Virrey Elío prohibía los tangos y milongas en Montevideo por quejas de los vecinos (Archivo General de Indias, Sevilla). Eran otros tangos y milongas con fuerte influencia de candombe y África, y probablemente con percusión. La habanera y la cultura de España tuvieron su influencia en danzas y ritmos, y sobre el inicio instrumental del tango, con flauta, violín, guitarra y contrabajo. El bandoneón, invento alemán de 1835, se incorpora al tango cerca de 1870.

En interacción de los puertos de Montevideo y Buenos Aires, los jóvenes de la sociedad conservadora escapaban a bailes y burdeles, y se iniciaban con las atractivas francesas, en bailes de aproximaciones lujuriosas y ambientes divertidos que horrorizaban a las señoras en las mañanas, cuando asistían a misa. La Iglesia también veía el tango como pecaminoso, por su contacto sensual y vulgar. París adopta el tango cerca de 1910. El embajador argentino García Mansilla le presenta al Papa Pío xi en el Vaticano (1924) el tango Ave María, de los compositores uruguayos Francisco y Juan Canaro, y así es aceptado por la Iglesia.

En diciembre de 1915 en célebre cantor rioplatense, Carlos Gardel, ciudadano legal argentino, nacido en Tacuarembó (según cédula de identidad, pasaporte, declaraciones propias, etc.) recibe un balazo de Guevara en el Palais de Glace de Buenos Aires, y al no arriesgarse a su extracción, regresa a su Valle Edén natal, al campo de Pedro (pacificador de 1989/1904) y Alfredo Etchegaray, propietarios del Teatro Solís de Montevideo hasta 1937, donde actuaban el Zorzal y el tenor Enrico Caruso. En el accidente aéreo de Medellín del 24 Junio de 1935, muere con esa bala en su cuerpo. Carlos Gardel fue de los primeros intérpretes de las versiones cantadas de La Cumparsita.

La Cumparsita es uno de los temas que más versiones tiene en el mundo.

Punta del Este también fue inspiración y admiración para artistas argentinos como Marianito Mores, Raúl Lavié  y Astor Piazzolla, que con frecuencia pescaba tiburones en la Isla de Lobos junto a Dante, y las magníficas letras fueron creación del uruguayo Horacio Ferrer (más de 200 canciones), como Balada para un Loco, Chiquilín de Bachín, Libertango, etc. Horacio, junto al artista Carlos Páez Vilaró, eran mis vecinos en el Alvear Palace Hotel.

El tango le debe a la Argentina magníficas creaciones y casi todo el marketing universal, pero también a otros orientales, como Pintín Castellanos (La Puñalada, Desde El Alma), Carlos César Lenzi (A Media Luz), Francisco Canaro, (Sentimiento gaucho, Yo no sé que me han hecho tus ojos, Pinta brava, La última copa, Se dice de mí, entre muchos otros), a voces como la de Julio Sosa; y a otros tangos como Araca París, Mama yo quiero un novio y La muchacha del circo.