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Historia y naturaleza

Salvar las abejas, preservar el planeta

Desde hace décadas, la población mundial de abejas está en constante declive, algo que nos conduce hacia el desastre ambiental. Sin su polinización, el planeta perdería biodiversidad y cultivos. Por eso, en Punta del Este se está trabajando en la preservación de las abejas y de los panales que se forman en los jardines de las casas. Las maneras adecuadas de quitarlos sin dañar su ecosistema. 

La apicultura fue siempre muy importante en los pueblos antiguos. Incluso, se trataba de un oficio de gran prestigio. Hay que tener en cuenta que para Europa y para Asia, el azúcar recién aparece con la llegada de los conquistadores a América. Por eso, en la tumba de Tutankamón -descubierta en 1922- se encontraron varias vasijas de miel en perfectas condiciones, a pesar de haber transcurrido 33 siglos. Por eso también, la frase “luna de miel” proviene de una tradición romana: la madre de la novia dejaba cada noche en la puerta de la habitación de la pareja recién desposada una vasija con miel “para reponer energías”. Y lo hacía durante todo un ciclo lunar.

Están en los jardines, en los parques, en las terrazas, a simple vista. Son pequeñas, hay quienes le temen por su aguijón, detentan los reconocibles colores negro y amarillo y un zumbido que las caracteriza. Lo que no siempre se les acredita a las abejas es que ellas son la primera línea de defensa del ecosistema. Y su ausencia supondría un planeta devastado, sin biodiversidad ni alimentos.

En Punta del Este, el trabajo de los apicultores siempre fue considerado de importancia. Sobre todo, porque en muchos jardines de las residencias esteñas suelen formarse colmenas que deben ser retirados con cuidado para asegurar su protección y normal desarrollo.

Por lo general, el trabajo del apicultor en las casas que desean quitar un colmena requiere paciencia y experiencia. Así, el apicultor corta los panales con las crías adentro y los coloca en marcos de madera que más tarde trasladará a una caja de

colmena. De este modo, tanto la reina como las abejas obreras no notarán el cambio y seguirán vivas y cuidadas en el nuevo espacio que le brinde el apicultor. En Punta del Este, una vez retirada la colmena, el apicultor suele entregar la miel producida a los dueños de casa: una miel exquisita, que las abejas realizaron con la polinización de las flores de su propio jardín.

Miel protegida

La Intendencia de Maldonado ha brindado su apoyo a la actividad apícola a través de servicios especiales y actividades de formación. Todos los años se realizan cursos, especializaciones y charlas. Existe, además, salas de extracción de miel en San Carlos que permiten la producción de unos 40.000 kilos anuales de miel para exportación.

Según el último relevamiento de la Intendencia, en Maldonado hay unos 300 apicultores que manejan unas 5.000 colmenas. La mayoría de los apicultores se formaron en la Escuela Municipal de Apicultura que funciona en la ciudad de San Carlos, sobre el kilómetro 140 de la vieja Ruta 9. Los cursos, que son gratuitos, comprenden clases teóricas y prácticas. Esta buena predisposición de parte de la Intendencia no sólo ofrece una salida laboral sino que, también, promueve el cuidado de la biodiversidad de Punta del Este.

La apicultura es sinónimo de resguardo, protección y reproducción de las abejas. Porque todavía puede ser que algunos sientan aprensión o pánico frente a su aguijón. Pero la humanidad tendrá aún mayores problemas si las abejas tienden a desaparecer de la tierra.