por Marisol Nicoletti / fotos: Nicolás Tarallo / archivo: Mar y Sol Ediciones
Los vecinos de Punta Ballena están preocupados por los inminentes cambios que se esperan en la zona. Con el acuerdo de la Intendencia con los propietarios, en poco tiempo se desarrollarán unos 29 edificios de poca altura, de unas 10 unidades cada uno.
He visto de primera mano la transformación de esta zona, los múltiples proyectos que fueron cambiándola. Ahora, en un tiempo corto, se vienen nuevos desarrollos inmobiliarios. Desde el gobierno de la Intendencia aseguran que se va a preservar el medio ambiente y el paisaje característico. El tiempo mostrará si efectivamente Punta Ballena continúa siendo este pequeño paraíso en el Este que siempre parece sacado de un cuento de hadas.
Los cambios de edificación en Punta Ballena serán muchos en los próximos años. Recuerdo, cuando me radiqué en la zona hace 30 años, salía a caminar con mi ovejera Tana por la zona que era todo una gran extensión de tierra desolada. Había muy poco construido.
Al atardecer se encendían unas pocas luces que entibiaban las primeras horas de la noche. La zona parecía casi tierra de nadie y las edificaciones se distanciaban por muchos metros. Los tiempos, definitivamente, han cambiado.
A lo largo de los años, fui testigo de esa transformación. Hoy los vecinos están preocupados por los nuevos proyectos edilicios que están por venir. Por supuesto, hay muchos desarrollos que piensan ponerse en marcha.
La historia de la zona ya la hemos contado varias veces (ver: Punta Ballena: la joya de la corona) pero ahora el periodista Marcelo Gallardo, director del Diario Correo del Este y conductor de Radio FM Gente, entrevistó a la directora de urbanismo de la Intendencia de Maldonado, Soledad Laguarda, quien explicó la situación actual de Punta Ballena.
Por el momento, no hay ninguna autorización para construir porque faltan cumplir con pasos administrativos. Pero probablemente, en los próximos años se vean las nuevas construcciones en la zona. Es notable lo que ha ocurrido con estas 1800 hectáreas de tierra compradas por Antonio Lussich a Gerónimo Cabrera por los comienzos del siglo XX, cuando solo transitaban la zona venados y el viento (ver: La herencia Lussich saldada).
Según contó Laguarda, «El juicio comenzó en 1995, en 1997 salió el primer fallo, que la Intendencia recurrió hasta que la sentencia final es de 2004, en la que obliga a la Intendencia a devolver los terrenos a los propietarios. De las 16 hectáreas en disputa, el fallo obligaba a la Intendencia a restituir 10 hectáreas.
Desde entonces, hubo varias idas y vueltas por los lugares que se quedaba el municipio -la Intendencia luchó por mantener los lugares públicos como la Ruta Panorámica Carlos Páez Vilaró, la Punta de la Ballena, un sector que utilizan los pescadores y algunos otros-, y qué terrenos quedaban en manos privadas.
Luego de una larga negociación, llegamos a un acuerdo de entregar un poco menos de las 10 hectáreas pero permitiendo a los propietarios construir como si fueran 10 hectáreas. Finalmente, llegamos a un acuerdo que es menor al que los propietarios habían logrado con la Junta Departamental.
Ahora, los propietarios tienen que terminar el trámite en el Ministerio de Medio Ambiente, donde están las carpetas en estos momentos. Cuando Ambiente apruebe los planos, recién entonces irán a la Intendencia para que las ocho parcelas en las que están fraccionadas las casi 10 hectáreas, sean aprobadas y recién ahí puedan construir. Lo que hemos asegurado es que las panorámicas con su actual trazado y los principales lugares para ver las puestas del sol se mantendrán como zona pública.
De hecho, los propietarios querían poner un restaurante en la Punta de la Ballena y nosotros logramos que esa zona siguiera siendo del municipio. Para nosotros, es una zona muy importante como paisaje, como postal de la ciudad. Por eso, hicimos todo lo posible para que lo paisajístico de la zona no se perdiera».
La funcionaria de la Intendencia admite que fue una pelea dura, difícil, contra los propietarios -el principal es el banquero argentino, socio del Banco Macro, Delfín Ezequiel Carballo González, quien tiene el 80 por ciento de la tierra- pero que, en definitiva, eran terrenos que debían devolverse a sus dueños. Los otros propietarios son el abogado Raúl Jude, quien fue el asesor legal de una de las hijas de Lussich y se quedó con una porción de tierras por concepto de sus honorarios, un terreno que luego pasó a María Mercedes Jude Gurméndez y Maria Cecilia Jude Gurméndez. También Carmen del Castillo, el abogado Eduardo Carrera Hughes, María Lucía Carrera Ponce de León y Leonardo Carbonell en representación de la firma Harrisburg Finance.
Ahora, las disposiciones que deberán cumplir aquellos que quieran edificar son varias y están todas enfocadas a no dañar el medio ambiente y el paisaje de la zona.
Lo importante es que no se dañe el paisaje y que no se corrompa el medio ambiente, con un impacto ambiental menor o nulo. Porque esas premisas son las que han mantenido a la zona como una de las más hermosas de la ciudad.
Ver : Feria artesanal de Punta Ballena, paseo mítico