El arte contemporáneo siempre busca desafiar y redefinir los límites de la creatividad. En este contexto, un artista argentino ha encontrado una manera única de fusionar naturaleza y arte, utilizando un material poco convencional: los residuos de cannabis. En esta entrevista, profundizamos en el proceso y la filosofía detrás de esta innovadora práctica.
–Transformando residuos en arte: ¿cómo es el proceso de tus esculturas?
-Trabajo con varios clubes de cultivo y amigos cultivadores. Tengo una red de personas que cultivan marihuana y me brindan los restos de la cosecha: hojas, florecitas, lo que no utilizan del cannabis. Primero, seco estos materiales en un proceso de secado para prevenir hongos. Luego, los tiño en diferentes tonalidades y los plastifico para asegurar su conservación.
–Conservación y detalles técnicos: ¿cómo aseguras la durabilidad de tus piezas?
-El proceso de plastificado y consolidación de la materia vegetal garantiza que las obras duren en el tiempo. Las instituciones, como los museos, siempre preguntan sobre la durabilidad de las piezas, y con este proceso, se asegura su conservación preventiva.
–El significado y simbolismo de los monstruos
-Originalmente, la marihuana se veía como un monstruo, un flagelo social. Con el tiempo, y gracias a sus usos medicinales e industriales, esta percepción ha cambiado. Mis monstruos representan esta transformación, pasando de ser vistos como algo negativo a algo con múltiples facetas y beneficios.
–¿Cuánto tiempo llevas trabajando con estos monstruos?
-Comencé en 2011, así que ya llevo más de una década. Este año ha sido especialmente productivo, con varias exposiciones en lugares como la Galería Miranda Bosch, el restaurante Santa Inés en La Paternal y un evento en El Cubo en Vicente López. Además, estamos cerrando una muestra en Cafayate para la primera feria de arte en Salta.
El trabajo de este artista no solo desafía las nociones tradicionales del arte, sino que también invita a una reflexión más profunda sobre la percepción social del cannabis. Su obra es un testimonio de cómo el arte puede ser un vehículo poderoso para el cambio y la revaluación cultural.
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