Vecinos de José Ignacio han decidido formar un grupo de apoyo de bomberos voluntarios. Ahora esperan que las autoridades terminen de aprobar su solicitud.
No parece una tarea sencilla, no supone un trabajo para cualquiera. Ser bombero voluntario es una decisión difícil de asumir y, definitivamente, no apta para personas a las que les falta espíritu.
“Esta es una iniciativa que comenzamos con mi mujer, Nora: compramos un camión de bomberos. Después, juntamos amigos y vecinos, somos 10 en total y nos presentamos ante el Ministerio del Interior para que ellos y los bomberos aprobaran la iniciativa. Ahora estamos esperando la aprobación formal”, cuenta Kimi Ruibal, uno de los responsables de volver realidad a los bomberos voluntarios de José Ignacio. Kimi se encarga de aclarar: “Nosotros no vamos a ser los bomberos sino que vamos a apoyar y ayudar a los bomberos. Venimos a sumar, a ayudar”.
En rigor, la Liga de Fomentos está financiando el nuevo destacamento que se instalará en el pueblo de pescadores. Y Kimi y los suyos, ayudarán a estos bomberos, como soporte voluntario. Una decisión vecinal que, realmente, conmueve por su entrega.