«Lo mejor está por venir», aseguró el dueño de Bodega Garzón, Alejandro Bulgheroni, en un video de introducción a la presentación de la añada 2018 de Balasto, el vino insignia de la bodega. Después, los responsables de esta verdadera obra de arte embotellada y una veintena de periodistas degustaron y compartieron un Tasting Virtual en el que no faltó información ni las sabias reflexiones del prestigioso enólogo consultor de Garzón, el italiano Alberto Antonini.
En estos tiempos de coronavirus, lo que ayer era evento, reunión encuentro con amigos, hoy es zoom, realidad virtual, una y cientos de pantallas. Y las bodegas no han quedado al margen de esta nueva normalidad: el trabajo que realizan año tras año para presentar sus mejores productos, también se modificó por la pandemia. Hoy las catas, las degustaciones, las presentaciones de sus etiquetas, se realiza por Zoom, por Instagram, por Facebook.
Recientemente, se lanzó Balasto 2018, la etiqueta insignia de Bodega Garzón, el exquisito emprendimiento de alta gama del ingeniero Alejandro P. Bulgheroni. El vino debe su nombre al suelo único de Garzón compuesto principalmente por balasto, un granito meteorizado que ofrece muy buena mineralidad y drenaje, ideal para aportar complejidad, energía y vibrancia a cada una de las cepas.
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La nueva añada de este vino marca un hito en el mundo vitivinícola del país al ser lanzado en 2017 en la exclusiva Place de Bordeaux, un lugar reservado solamente para los mejores vinos del mundo, siendo Balasto el único vino uruguayo y uno de los pocos de Sudamérica.
Uno de los grandes responsables de este posicionamiento del Balasto fue el ecuatoriano Andrés Ballesteros, un hombre ligado por muchos años a la bodega chilena Concha y Toro. Algo más que notable para una bodega que inauguró su edificio en 2016, siendo el primero con certificación LEED de Uruguay. Bodega Garzón es un edificio de vanguardia que se ha convertido en el emprendimiento vitivinícola más importante del Uruguay.
Fundada por Bulgheroni y perteneciente al grupo Alejandro Bulgheroni Family Vineyards, cuenta con un viñedo de más de mil doscientas parcelas y un edificio sustentable de 19.050 m².
Además, posee un exclusivo restaurante para 120 comensales que cuenta con el reconocido chef Francis Mallmann como embajador y Director culinario, y diversas propuestas de enoturismo para disfrutar de sus instalaciones durante todo el año.
Y, como si fuera poco, tiene grandes vinos. Hasta ahora, el Balasto tiene cuatro añadas, la primera de 2015. Y en la charla con los responsables de la bodega, se supo que no contará con añada 2019 porque, a raíz del mal clima, la cosecha no llegó a cumplir con las muy altas expectativas con las que se realiza este producto.
En el Tasting Virtual fue Nicolás Bonino, Marketing Manager de Bodega Garzón, el encargado de introducir al grupo en este paseo virtual por los aromas y matices del Balasto 2018.
Del encuentro, además de Bonino, participaron Christian Wylie, Managing Director de Bodega Garzón, el enólogo Germán Bruzzone y el Ingeniero Agrónomo Eduardo Félix. También estuvo presente desde Italia el asesor con el que cuenta desde el día cero la bodega, el reconocido y prestigioso enólogo italiano Alberto Antonini. La charla, que contó con la presencia de una veintena de periodistas, fue amena, desestructurada y aportó una gran cantidad de información vertida por los responsables de la bodega.
Un gran momento de disfrute y de saber. «Este vino es el resultado del desarrollo de los primeros 10 años de la viña, fruto de las parcelas más antiguas, plantadas entre 2008 y 2009. Este Balasto 2018 es un concepto: no es un vino de enólogo, es un vino de raíces, un vino que hace referencia al lugar. Se trata de esos vinos que deben expresar de la forma más autentica el origen de la uva. Para lograrlo es necesario que la planta tenga raíces profundas, muy ramificadas, que permitan entrar en contacto con el suelo. Son vinos que hablan de experiencias únicas; que hablan del lugar y del clima. Vinos que marcan un estilo. Nosotros tratamos de poner a disposición de la uva la experiencia de su crecimiento. Dejamos que se exprese, no la enmascaramos», comenzó la charla Antonini.
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El Balasto, descorchado una hora antes en cada casa, estaba por hablar.
Suelo y vid
En los días previos al encuentro por Zoom, cada uno de los periodistas presentes había recibido su botella de Balasto 2018 y una copa Riedel para la degustación. Después de las reflexiones de Antonini, fue el turno del ingeniero agrónomo Eduardo Félix, quien realizó una semblanza de las atípicas características del suelo de Garzón, propicias para el cultivo vitivinícola. «Los suelos de Garzón son especiales, ideales para lograr una uva de calidad.
Para esta añada 2018 de Balasto utilizamos las primeras parcelas que datan de 2008 y 2009 porque, en estos casos, las raíces de las plantas están más arraigadas en el piso de, justamente, balasto y otorgan al vino una expresión única. Como afirmó el ingeniero Bulgheroni, lo mejor está por venir. Y creemos que, como somos todavía un proyecto muy joven, lo mejor de estos viñedos todavía está por venir». Félix también señaló las bondades de la cosecha 2018 gracias al buen clima de ese año, en el que «fue un placer trabajar en el campo».
Tres pilares
El enólogo Germán Bruzzone agregó que los vinos de Bodega Garzón se sostienen en tres pilares: «En primer lugar, la uva. Buscamos fruta de buena maduración para lograr aromas bien auténticos, puros. Por eso, la composición del Balasto puede variar añada tras añada. Nuestra intención es expresar el terruño y que se muestren en el vino las condiciones de cada año. En segundo lugar, la no sobre extracción. Nuestra consigna es manejar el viñedo gentilmente, para no sobre extraer tanino. Por eso, logramos un tanino rico y maduro en esta añada 2018. A esto, agregamos una fermentación en tulipas de concreto sin epoxi. Y en tercer lugar, buscamos la no sobre maderización. No queremos que la madera tape los aromas del viñedo. Y para eso hacemos una crianza en grandes toneles de roble francés sin tostar. De esta manera, no se enmascaran los aromas propios de cada una de las cepas».
El Balasto es un blend que, en esta cosecha 2018, está formado por un 40 por ciento de Tannat, un 34 por ciento de Cabernet Franc, un 18 por ciento de Petit Verdot, un 5 por ciento de Merlot y un 3 por ciento de Marselan. De color purpura profundo, en nariz sorprende con gran franqueza. Tiene nota de frutas rojas y negras muy frescas que armonizan con especias y grafito. Su cuerpo fresco y vibrante da cuenta de un gran terruño, donde la mineralidad y una sutil salinidad se encuentran y amalgaman dejando un largo recuerdo en boca. La etiqueta, desde su primera añada, ha obtenido significativos reconocimientos internacionales y grandes puntajes en las revistas especializadas más importantes del mundo.
La calidad no se negocia
Wylie es quien habla del respeto al terruño: «Los suelos de Garzón ofrecen un producto único e irrepetible. Eso nos da identidad. Por eso también, tanto en las líneas reserva como premium durante la vinificación trabajamos sólo con levaduras nativas, sin ningún tipo de agregado.
Es la flora nativa la que entrega estos sabores y aromas. En pocas palabras, en nuestra vinificación, no hacemos nada. Dejamos que la uva se exprese, una expresión auténtica y representativa. Y sólo cuando se vuelve absolutamente necesario, intervenimos. Creo que este Balasto 2018 nos representa como país».
Un vino de raíces
La etiqueta premium de Garzón tiene una crianza de entre 16 y 20 meses en los toneles de roble no tostados y un asentamiento en botella de entre 3 y 6 meses. Además, para su embotellamiento, se utiliza un corcho de máxima calidad: un primera flor de la empresa portuguesa Amorín que, además, recibe un tratamiento especial en bodega de corcho por corcho. Si bien todavía son vinos muy jóvenes -la primera de las añadas es la de 2015- los responsables de la bodega coinciden que tiene una capacidad de guarda de, al menos, unos 20 años. «Tiene una oxidación suave y posee mucho nervio. El 2015 sigue tan joven como el primer día. Su capacidad de guarda puede ser muchísima», dice Antonini.
El ingeniero agrónomo de la bodega y el enólogo italiano también hablaron sobre el manejo de control de plagas. «Por el lugar geográfico, los viñedos crecen menos y las plantas tienen poco follaje. Al estar cerca del océano hay mucho viento y las hojas se secan rápido. Tratamos de no usar pesticidas sino trabajar con productos orgánicos como el cobre y el azufre. Y, en el caso particular del Balasto 2018, usamos un 40 por ciento menos de productos para control de plagas que otros años. El motivo principal fue porque hubo muy pocas lluvias», dijo Eduardo Félix.
Cultivo tradicional
Antonini, por su parte, remarcó: «Hoy día siempre se habla de orgánico y biodinámico. Pero a mí me gusta llamarlo cultivo tradicional porque es la manera como trabajaban los vinicultores hasta hace 60 años. El uso de controladores de plagas artificiales, químicos sintéticos, te ayudan para que la uva se mantenga sana. Pero, por otro lado, el uso excesivo le quita a la planta sus defensas naturales. Se vuelven plantas débiles que no pueden generar sus propias defensas. Este uso de productos químicos sintéticos hizo que los viñedos, que duraban entre 100 y 200 años, pasasen a durar 20 y 25 años. Y este es un dato que preocupa en todo el mundo. Es nuestro compromiso lograr tratamientos que no involucren químicos sintéticos porque nuestra misión es también recuperar sabores. Y eso se logra con el cultivo tradicional».
Luego fue el turno de Andrés Ballesteros, uno de los grandes responsables de llevar el Balasto a la exclusiva Place de Bordeaux. «Fue algo especial poder llevar este vino a una plaza compleja, con reglas de juego que no siempre son sencillas de aprender. El gran responsable, por supuesto, fue la calidad del vino. Pero la plaza de Bordeaux es difícil. Suelen entrar bodegas con viñedos de más de cincuenta años, que ya tienen desde décadas un vino ícono y una distribución mundial. En este caso no teníamos eso pero teníamos el equipo y un muy buen vino. Fue una aventura con final feliz porque tuvimos una gran acogida. Creo que en Bordeaux se intuyó que, más allá de que Balasto ya es un gran vino, será en los próximos años un mega vino, una etiqueta muy importante en el mundo. En el corto plazo esto nos ha dado una gran imagen. Y en el largo plazo nos dará un volumen importante de ventas. En el mundo del vino, el concepto de paciencia y la apuesta a largo plazo juega un rol muy importante a la hora de tomar este tipo de decisiones. Todavía nos queda un largo camino que recorrer pero hemos tenido una muy buena recepción», aseguró.
Ya con la charla más distendida, el periodista Enrique Llamas de Maradiaga elogió la calidad de las copas Riedel Sommellier que fueron enviadas por la bodega junto con la botella de Balasto 2018. Los responsables de Garzón contaron que, a futuro, quieren hacer una copa especial para el Balasto. Y, para cerrar, el enólogo italiano hizo un pormenorizado análisis de las cepas usadas para el blend del Balasto 2018.
«En los vinos de corte hay mucha sinergia entre las cepas. Por eso, hay que ser muy cuidadoso. El Tannat, en este caso, es lo que hace a Balasto un vino uruguayo. Es la cepa que mejor se desarrolló en el país y ofrece mucho volumen, textura y especias. Además de gustarme mucho la variedad, el Cabernet Franc, le ofrece a este vino notas balsámicas y vegetales, dándole complejidad y frescura. El Petit Verdot suele ser una cepa esquiva. Pero cuando está bien, como en este caso, da nervio, acidez y potencia en la boca. Después tenemos el Marselan, una variedad francesa que es un cruce de Cabernet Sauvignon y Garnacha. Con esta cepa tenemos la jugosidad y elegancia de la Garnacha y los taninos firmes y el gran final de boca del Cabernet Sauvignon. Por último, el Merlot -que lo plantamos en la zona más arcillosa de Garzón, similar en suelo a Pomerol- le aporta jugosidad y cierta nota amigable en la boca».
Con esta enorme cantidad de información, fue la hora del vino, del disfrute consciente de un gran blend como nos tiene acostumbrados Garzón. Lo lamentable es que no habrá añada 2019 de Balasto
. Los motivos hay que buscarlos en las dificultades climáticas, en las muchas lluvias. «Siempre es bueno tener cada año una añada para después, con los años, realizar catas verticales con las diferentes añadas. Pero, como no nos conformaba la cosecha, preferimos no arriesgar la calidad», afirmaron en conjunto los responsables de la bodega. Lo que adelantaron es las etiquetas de Single Vinyards 2019 serán excelentes porque, justamente, no se separará lo mejor de cada cepa para el Balasto. «Nuestro compromiso siempre es la mayor calidad posible», dijeron y dijeron más: «Eso no se negocia».