Sweetly: donde el alma de Punta del Este se sirve en una taza

Sweetly: donde el alma de Punta del Este se sirve en una taza
Teresa Chávez junto a sus colaboradoras Cristina y Patricia y todo el equipo de Sweetly


Entre flores, pájaros y el perfume a vainilla recién horneada, Sweetly resume la esencia de Punta del Este: la naturaleza viva, la calidez de su gente y el sabor de las cosas hechas con amor. Más que una cafetería, es una casa que invita a quedarse.

En todos los momentos del día, Sweetly tiene una propuesta de calidad lista para sorprender

Una historia con sabor a hogar

Sweetly nació hace más de cuarenta años, y desde entonces acompaña a generaciones con sus postres clásicos y su espíritu artesanal. Hace dos años y medio, Teresa y Luis Chávez —ella, alma inquieta; él, escribano y compañero incansable— le dieron nueva vida a esta marca icónica al instalarla en un rincón verde de Punta del Este, donde los pájaros desayunan entre flores y el aire tiene gusto a hogar.

Teresa y Luis Chávez, directores de Sweetly

“Esto es más que una cafetería —dice Teresa—, es una casa que recibe.”
Y basta entrar para entenderlo. Las tazas suenan como campanas pequeñas, el perfume a canela flota entre las mesas y la conversación se mezcla con la música suave del jardín.

El sabor que viaja

El corazón de Sweetly late en sus postres. El rogel, el carrot cake, las pavlovas frutales, los alfajores y los cheesecakes son los preferidos de quienes pasan por allí, pero también de miles de hogares uruguayos: la línea de postres congelados Sweetly llega a supermercados de todo el país, donde se conservan intactos el sabor y la textura de lo recién hecho.

“Tenemos versiones sin azúcar, sin gluten, y todas con el mismo amor”, dice Cristina, parte del equipo que hace posible esta alquimia entre técnica y ternura.


El crecimiento de la marca llevó a la construcción de una nueva planta de producción en el barrio San Fernando, que permitirá ampliar la elaboración y distribución nacional de sus productos congelados. “Ya nos queda chica la cocina”, confiesa Teresa, con una sonrisa que anuncia futuro.

Lutecia: la casa de las celebraciones

A un costado del predio, bajo la sombra de los árboles, se levanta Lutecia, el salón de fiestas que completa el universo Sweetly. Con más de tres mil metros de parque y capacidad para ciento cincuenta personas, el lugar se llena de música, luces y risas.

El ritual del té en Sweetly: pastelería artesanal, vajilla clásica y un entorno que invita a quedarse más tiempo


Allí se celebran cumpleaños, casamientos y eventos empresariales, siempre con la impronta familiar de Teresa y Luis: hospitalidad, belleza y detalles que se recuerdan.

Naturaleza, trabajo y espíritu

En Sweetly, el verde no es decoración: es parte de la filosofía. Teresa cuida las plantas como a hijas —les da cáscaras de fruta, canela, restos de café— y las flores agradecen con una explosión de colores.

Croissants dorados recién horneados: la magia diaria de Sweetly, hechos a mano y con dedicación absoluta


“Las plantas florecen cuando hay buena energía”, dice, mientras acomoda una Santa Rita junto al ventanal. Esa misma energía humana se respira en el trato con los clientes: mujeres que se reúnen a tomar el té, turistas que llegan por el rogel, familias que vuelven cada fin de semana. Nadie entra sin que alguien lo salude por su nombre.

El jardín de Sweetly, un refugio encantador donde la tarde se llena de aromas, charla y buena compañía

El alma dulce de Punta del Este

Ubicada en Punta del Este, entre la calma de la naturaleza y el pulso de la ciudad, Sweetly se ha convertido en un pequeño santuario donde lo cotidiano se vuelve extraordinario.
Teresa lo resume sin grandilocuencia, con esa simpleza que distingue a los lugares verdaderos: “Acá cada gesto es una bienvenida y cada sabor, una historia.”

La luz de la mañana en Sweetly: sabores frescos, café perfecto y el encanto de empezar el día con calma