Sweetly: donde el alma de Punta del Este se sirve en una taza

Entre flores, pájaros y el perfume a vainilla recién horneada, Sweetly resume la esencia de Punta del Este: la naturaleza viva, la calidez de su gente y el sabor de las cosas hechas con amor. Más que una cafetería, es una casa que invita a quedarse.

Una historia con sabor a hogar
Sweetly nació hace más de cuarenta años, y desde entonces acompaña a generaciones con sus postres clásicos y su espíritu artesanal. Hace dos años y medio, Teresa y Luis Chávez —ella, alma inquieta; él, escribano y compañero incansable— le dieron nueva vida a esta marca icónica al instalarla en un rincón verde de Punta del Este, donde los pájaros desayunan entre flores y el aire tiene gusto a hogar.

“Esto es más que una cafetería —dice Teresa—, es una casa que recibe.”
Y basta entrar para entenderlo. Las tazas suenan como campanas pequeñas, el perfume a canela flota entre las mesas y la conversación se mezcla con la música suave del jardín.
El sabor que viaja
El corazón de Sweetly late en sus postres. El rogel, el carrot cake, las pavlovas frutales, los alfajores y los cheesecakes son los preferidos de quienes pasan por allí, pero también de miles de hogares uruguayos: la línea de postres congelados Sweetly llega a supermercados de todo el país, donde se conservan intactos el sabor y la textura de lo recién hecho.




“Tenemos versiones sin azúcar, sin gluten, y todas con el mismo amor”, dice Cristina, parte del equipo que hace posible esta alquimia entre técnica y ternura.
El crecimiento de la marca llevó a la construcción de una nueva planta de producción en el barrio San Fernando, que permitirá ampliar la elaboración y distribución nacional de sus productos congelados. “Ya nos queda chica la cocina”, confiesa Teresa, con una sonrisa que anuncia futuro.
Lutecia: la casa de las celebraciones
A un costado del predio, bajo la sombra de los árboles, se levanta Lutecia, el salón de fiestas que completa el universo Sweetly. Con más de tres mil metros de parque y capacidad para ciento cincuenta personas, el lugar se llena de música, luces y risas.

Allí se celebran cumpleaños, casamientos y eventos empresariales, siempre con la impronta familiar de Teresa y Luis: hospitalidad, belleza y detalles que se recuerdan.
Naturaleza, trabajo y espíritu
En Sweetly, el verde no es decoración: es parte de la filosofía. Teresa cuida las plantas como a hijas —les da cáscaras de fruta, canela, restos de café— y las flores agradecen con una explosión de colores.

“Las plantas florecen cuando hay buena energía”, dice, mientras acomoda una Santa Rita junto al ventanal. Esa misma energía humana se respira en el trato con los clientes: mujeres que se reúnen a tomar el té, turistas que llegan por el rogel, familias que vuelven cada fin de semana. Nadie entra sin que alguien lo salude por su nombre.

El alma dulce de Punta del Este
Ubicada en Punta del Este, entre la calma de la naturaleza y el pulso de la ciudad, Sweetly se ha convertido en un pequeño santuario donde lo cotidiano se vuelve extraordinario.
Teresa lo resume sin grandilocuencia, con esa simpleza que distingue a los lugares verdaderos: “Acá cada gesto es una bienvenida y cada sabor, una historia.”


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