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Deporte

Torneo de Golf Homenaje Duquesa d’Arenberg en el Club del Lago

 

El pasado 21 de enero, se reunieron en la Sede del Club del Lago Golf S.A.S Lætitia  Princesa d’Arenberg y los directivos del club. Fue una cena de camaradería, con el motivo del 40° Aniversario de la Copa Homenaje  «En recuerdo de S.A.S Duque y Duquesa d’Arenberg». Porque, a pesar de la pandemia, como todos los años, este verano también se realiza la Copa de Golf Homenaje a la Duquesa Marie-Thérèse de la Poëze d’Harambure. Este sentido torneo que se llevará a cabo el último fin de semana de enero -un clásico del Club del Lago- cumple su edición número 40 y es la excusa perfecta para recordar la impronta que la familia d´Arenberg ha dejado y sigue dejando en el país y, en especial, en Punta del Este. La palabra y los recuerdos de la reconocida y prestigiosa empresaria franco uruguaya, la princesa Lætitia d´Arenberg. 

El 21 de enero, se reunieron en una cena de camaradería la Princesa Lætitia d´Arenberg con los directivos del Club del Lago Golf, entre ellos el Gerente de la entidad, Gabriel Figueredo. El motivo: el 40 aniversario de la Copa Homenaje «En recuerdo de S.A.S Duque y Duquesa d’Arenberg».

La familia d´Arenberg forma parte de la historia de Uruguay. Sus integrantes han sido, sin duda, los representantes más genuinos de la realeza europea en el país. Y, de algún modo, se convirtieron con los años en la realeza charrúa. La madre, Marie-Thérèse de la Poëze d’Harambure, y los hijos la princesa Lætitia Marie Madelaine Susanne Valentine de Belsunce d’Arenberg  y el príncipe Rodrigue Henri Jean Louis Marie de Belsunce d’Arenberg fueron consolidando una relación profunda con el país -y en especial con Punta del Este- desde comienzos de la década del 50 del siglo pasado.

La cancha de golf del Club del Lago Golf, junto al Hotel del Lago , donde se llevará a cabo la copa de la Duquesa y el Duque d’Arenberg.

Y esta relación de profundo amor mutuo sigue consolidándose año tras año. Aquí y allá hay signos, símbolos que lo demuestran. La calle de la ciudad esteña que lleva el nombre de  Rodrigue, quien murió en 2007; la ya clásica Copa de Golf  que se juega cada verano en el Club del Lago «En recuerdo de su Madre la Duquesa Maria Therese d’Arenberg», organizada por el Gerente del Club, Gabriel Figueredo, y que esta temporada cumple su 40 aniversario; las múltiples empresas que posee el Grupo d´Arenberg -propiedad de Lætitia- que incluyen, entre otros, la Estancia y Haras Las Rosas, en el Departamento de Florida y el establecimiento Lapataia, en Punta del Este.

Signos y símbolos de una historia que comenzó en 1951, cuando la familia desembarcó por primera vez en Uruguay.  Llegaban huyendo de la guerra. De las graves consecuencias de la Segunda Guerra Mundial y del futuro incierto que sobrevolaba Europa con los primeros escarceos bélicos de la Guerra de Corea, uno de los tempranos episodios de la Guerra Fría. Las primeras visitas fueron temporales, de estudio del territorio, si se quiere. Para Marie-Thérèse, la Segunda Guerra era sinónimo de la muerte de su marido y padre de sus hijos, Henri de Belsunce, marqués de Belsunce, muerto en Italia, en la Batalla de Montecassino, en 1944. Cuando llegaron a Sudamérica, la Duquesa ya se había casado con el Príncipe Erik Karl Auguste Hedwige Englebert Antoine Balthasar, XI Duque de D´Arenberg, quien adoptó a los niños y les legó su apellido y títulos.

«El amor al país nos vino a mi hermano y a mí desde temprana edad.  En el año 1951 empezamos a venir por tres meses al país, durante el verano y recorríamos cada año un Departamento diferente.  Éramos unos enamorados del interior del país, sus playas, sus paisaje. Toda la obligación que teníamos era aprender su flora y su fauna, algo que  disfrutábamos mucho.  Lo que nos atrajo de Punta del Este fue la libertad de poder andar a caballo, mi deporte preferido, así como natación. Salir temprano a la Barra, a San Rafael.  Durante un año nos quedamos en Punta del Este para aprender español. Íbamos a la Escuela El Tanque, allí nos juntamos con toda la gente local. Por nuestra propia cuenta, tanto Rodrigue como yo, hicimos amigos, nos atrajo lo humilde y amorosos que eran, siempre dispuestos a ayudar.  También nos reuníamos con extranjeros que hacían deportes.  Una vida que no hubiéramos podido hacer en Europa», cuenta la princesa Lætitia en una charla con Punta del Este Internacional.

La Princesa Lætitia en su Estancia y Haras Las Rosas. Uno de los deportes preferidos de la princesa es cabalgar. Uno de sus caballos árabes del haras,, Excalibur, fue consagrado mejor caballo del año en 2014.

Con los años, la ecuación se revirtió: Uruguay se convirtió en el país de residencia de la familia y Europa el continente al que iban de vacaciones. Había nacido un amor profundo por el pequeño país latinoamericano, un amor que aún sigue vigente.

 

Crónica de estos tiempos

 

Duquesa Maria Therese d’Arenberg, madre de la princesa Laetitia , recordada en el torneo de Golf del Club del Lago en Punta del Este.

 La princesa Laetitia recuerda lo gran deportista que era su madre. «Disfrutaba mucho del deporte. Sus debilidades eran el  tenis y la natación pero tenía una gran relación con el golf. Era un espacio que compartíamos. Yo tuve que dejar los deportes temprano, a mis 30 años, por un cáncer de piel pero asistía junto con ella a partidos de tenis y de golf». La Copa que se juega este último fin de semana de enero en memoria y como homenaje a Duquesa es un gran atractivo de cada temporada. Incluso de esta tan particular. Esta vez no habrá, como cada año, entrega de premios y discurso final de la princesa Lætitia, debido a la pandemia. Sin embargo, hubo una cena hace pocos días, el 21 de enero, que reunió a los directivos del Club del Lago con la Princesa para poder rememorar las historias que siempre emocionan tanto a los jugadores del torneo como a los asistentes. Fue un encuentro íntimo pero tan emocionante como los discursos finales que Lætitia d´Arenberg brinda cada año. «Si hubiera posibilidad de hacer una entrega de premios, por supuesto asistiría y hablaría en el acto. Es una pena que no se pueda realizar», dijo la Princesa.

Durante la entrega de premios de la Copa Homenaje «En recuerdo de S.A.S Duque y Duquesa d’Arenberg». Dice la Princesa:»Cuando mi madre nos dejó, alguien tenía que seguir. Y aquí estoy, siguiendo esos paso, algo que haré hasta el último de mis días. Y no sólo lo hago por mi  madre. Fundamentalmente lo hago por todo lo que Punta del Este le dio a mi familia y por el recuerdo de toda la gente que nos ayudó a vivir en este país» .

La Copa Homenaje es actualmente uno de los principales torneos de golf de Uruguay, aunque este año no pueda mostrarse en todo su esplendor. La princesa d´Arenberg  trata de enfrentar con sabiduría estos tiempos que corren. Como le dijo al diario argentino La Nación al comienzo de la pandemia: «Soy una mujer muy activa, pero me sorprende esta nueva vida que estamos teniendo. Descubrí un mundo distinto. Miro series de historia. La vida de Isabel de Castilla me tiene atrapada. Y leo mucho, duermo la siesta, observo y disfruto. Nada me conmueve más que ver naturaleza. Las flores, árboles, animales. Y reflexionar. El ser humano debe encontrarse. Tenemos que aprender de nuestros errores. Yo toda la vida hice ese ejercicio. Me lo transmitió una institutriz budista cuando tenía siete años. Ojo, soy católica apostólica romana. Por ahora. Pero tomo muchas cosas de otras religiones. Mi amor por la naturaleza y el respetar el tiempo se lo debo al budismo».

Uno de los tramos mas bellos de la cancha de golf del Club del Lago Golf, donde se llevará a cabo la copa de la Duquesa y el Duque d’Arenberg.

En esa misma entrevista, agregó: «Hay que saber esperar. La paciencia. Veo que la gente quiere tener todo ya. Y no es así, hay un tiempo para crecer. Es cuestión de admirar un árbol robusto. ¿Cuántos años transcurren hasta llegar a eso? Viven todos apurados pero la vida es una cuestión de tiempo. También hay que aprender de las caídas. Si no te caes de rodillas jamás sabrás levantarte. Y si siempre tienes un brazo que te levante, mi querida, tampoco llegarás a nada».

La princesa es una mujer muy activa. Por eso, la pandemia le cambió algunos hábitos. «Descubrí un mundo distinto. Miro series de historia. La vida de Isabel de Castilla me tiene atrapada. Y leo mucho, duermo la siesta, observo y disfruto. Nada me conmueve más que ver naturaleza. Las flores, árboles, animales. Y reflexionar. El ser humano debe encontrarse. Tenemos que aprender de nuestros errores».

 

Una mirada sobre el mundo y su actualidad de alguien que ha conocido muy de cerca el dolor:  las muertes de madre y de su hermano, el terrible accidente en moto que sufrió su hijo Guntram en 2008, donde perdió una pierna. «La vida me enseño muchas cosas y siempre supe aceptar sus controversias».

Templanza y solidaridad

Aceptar las controversias de la vida y también los días buenos. Y, en ambos casos, con la misma templanza. Por eso, a pesar de ser una reconocida filántropa, la princesa d´Arenberg  intenta no hacer hincapié en esa faceta de su vida. «No es de buen gusto comentar cuando uno ayuda. Me considero una persona solidaria. No queda otra. La vida debe ser así. Uno no puede mirar hacia otro lado, mucho menos cuando uno goza de tantos privilegios. Estoy aquí con mi marido, tengo mis hijos y nietos sanos», aseguró a La Nación en 2020.

La Princesa junto a su actual esposo John Aston y a su custodia personal, los innumerables perros que tiene la pareja. Una manada de amor y cariño incondicional.

Los días buenos. El 10 de abril de 2009, por decreto del Presidente de la República Francesa, Nicolás Sarkozy, el gobierno francés decidió otorgarle la condecoración de la Legión de Honor en el grado de Caballero. Un reconocimiento basado en sus 30 años de una brillante carrera como empresaria y en su compromiso con numerosas obras sociales en Uruguay. «Fue un gran honor recibir la Legión de Honor de Francia, la recibí con mucho orgullo. Supongo que algo debo de haber hecho bien en mi vida, porque a veces uno se pregunta si hizo lo suficiente», le dijo a Punta del Este Internacional recordando aquella importante distinción.

La embajada de a Francia condecorando a la Princesa.

Los días buenos. En 2014, uno de los caballos de su Haras Las Rosas, fue elegido el mejor caballo del mundo. Se trató del ejemplar de la raza árabe llamado Excalibur. «Toda la historia de mi familia, desde hace siglos, tiene que ver con la tierra. Y a través de la hermana de mi madre descubrí la cría de animales de pedigree. Ella era una loca de la genética y cuando yo era chica nada disfrutaba tanto como ir a visitarla a su campo. Allí aprendí a admirar a los animales. Para mí, tener «Las Rosas» y sus animales es haber cumplido el gran sueño de mi vida. Cuando empecé a armar los primeros corrales me decían que estaba loca y sin embargo hoy tengo más de ocho mil animales», asegura.

La princesa Lætitia en el Haras Las Rosas, durante la década del 90 en entrevista revista Caras de editorial Perfil, Buenos Aires. «Cuando empecé a armar los primeros corrales me decían que estaba loca y sin embargo hoy tengo más de ocho mil animales».

 

Su Alteza en su casa de Carrasco en producción fotográfica para revista Caras en década del 90 , realizada por Marisol Nicoletti.

 

“Por otra parte, su Establecimiento Lapataia es una visita clásica todos los veranos para quienes visitan Punta del Este. Disfrutar a cielo abierto de panqueques, waffles elaborados a la vista del público coronados con el tradicional dulce de leche. La extensa línea de productos de la marca Lapataia está distribuida en todo el Uruguay y también se exporta a varios países”

En su establecimiento Lapataia, cocinando panqueques con dulce de leche. Confiesa enamorada de la gastronomía, Lætitia d´Arenberg estudió en el Le Cordon Blue, en Francia. Su plato fetiche es la pasta con crema y trufas blancas.

Además, la empresaria preside desde hace muchos  años la Fundación Bienal de Montevideo, la primera muestra artística del mundo en ser alojada por un Parlamento. «Creo que todos vinimos a este mundo con una misión, no puedo entender que haya gente que no tenga ganas de mejorar y de construir algo».

Con el personal de cocina de su establecimiento Lapataia, en Punta del Este. 

Descanso y gastronomía

Hoy la princesa descansa. Recuerda y descansa. Un poco obligada por la pandemia. Otro poco porque se merece ese «sosiego». «Viví durante años dedicada a mis empresas y el campo pero desde hace un tiempo hay profesionales que se ocupan de la gestión.  Mis hijos están al tanto de todo para seguir cuando yo no lo pueda hacer», dice y dice también que no fue nada fácil, siendo mujer, manejar emprendimientos relacionados con el campo. «En Uruguay hay un machismo infernal, pero como yo me crié entre hombres, pude salir adelante».

John Anson y Laetitia , en las tradicionales fiestas navideñas, sus queridas mascotas siempre presente.

Sin embargo, ese descanso no le impide seguir activa, dinámica, firme en sus ideas e ideales. Tampoco le impide cocinar: estudió gastronomía en el Le Cordon Blue y es considerada por muchos de sus amigos una eximia cocinera que tiene un plato fetiche: la pasta con crema y trufas blancas. «Tengo una debilidad inexplicable con la trufa blanca italiana. Es que son una rareza, un bocado de los dioses. Tienen una relación simbiótica con árboles como los castaños y nogales. Se encuentran debajo de la tierra. Hay como treinta clases, pero las más buscadas son las trufas blancas del Piamonte», asegura.

La princesa Lætitia d´Arenberg  es, sin dudas, una mujer apasionada. Los caballos, el campo, los deportes, la gastronomía, sus hijos, su pareja, sus muchos perros, el dulce de leche, las causas solidarias, Uruguay. La lista puede seguir y seguir hasta cubrir muchas páginas. Varias de esas pasiones son propias. Y algunas heredadas de su madre. Como el placer por ver un torneo de golf como el que se jugará este último fin de semana de enero en el Club del Lago y es un sentido homenaje a su madre. Por eso, concluye: «Ella fue una gran tenista. Pero no sólo eso: siempre estuvo preocupada por los caddies, por la gente que trabaja en el golf.  Cuando nos dejó, alguien tenía que seguir. Y aquí estoy, siguiendo esos paso, algo que haré hasta el último de mis días. Y no sólo lo hago por mi  madre. Fundamentalmente lo hago por todo lo que Punta del Este le dio a mi familia y por el recuerdo de toda la gente que nos ayudó a vivir en este país» .

Marie-Thérèse de la Poëze d’Harambure es recordada por su hija la princesa Laetitia cada año en el torneo de golf en el Club del Lago Punta del Este.