Un nuevo mapa permite rastrear la ruta de la ballena franca austral y sus comportamientos a lo largo de su recorrido. Lo llamativo este año es que estos majestuosos cetáceos -ya un símbolo de nuestra península- están cambiando sus hábitos. Por primera vez en los 25 años que se los estudia han decidido alimentarse en aguas uruguayas. Las ventajas que trae aparejado este hecho para el ecosistema. La palabra del experto en la materia, el biólogo Rodrigo García Píngaro.
A esta altura, ya forman parte del paisaje. Son parte de la postal de Punta del Este entre los meses de agosto y octubre. Son más: hoy la ballena Franca es un símbolo esteño.
De algún modo, representa el respeto por la naturaleza que tiene la península. Es al mismo tiempo el ansia de libertad, la estrategia utilizada por la naturaleza para demostrarnos que no todo está perdido, que siempre hay espacio para la belleza y la sorpresa. Porque, en estos últimos tiempos, la ballena franca ha sorprendido a todos.
Por un lado, se ha logrado establecer su ruta de navegación gracias al trabajo de la British Antarctic Survey, una institución británica dedicada a la investigación de la Antártida, que logró marcar dos ejemplares con un rastreador GPS en enero de 2020. Los nombres de las ballenas marcadas son Braveheart y Annenkov.
En estos días, la organización Fauna Marina Uruguay difundió la historia de «Braveheart», que partió de las Islas Georgia del Sur y, tras recorrer 23.000 kilómetros, pasó por la costa de José Ignacio.
«Por primera vez en la historia, ahora podemos seguir a las ballenas de Georgia del Sur en tiempo real mientras viajan a través de sus áreas de alimentación de verano, para descubrir a dónde van y cómo usan este hábitat«, afirma la institución británica.
«Los fuertes vientos y oleaje nos hicieron imposible cumplir el objetivo de obtener buenas imágenes, no obstante, nos sentimos felices de haber podido estar cerca al momento en que el GPS actualizó su ubicación, «Braveheart» no se había ido aún y pudimos de algún modo «despedirla» antes de su partida. (…) Aunque a lo lejos y gracias a sus resoplidos a modo de saludo es que logramos registrar su visita«, contó la organización Fauna Marina Uruguay.
Uno de los símbolos de Punta del Este ya tiene nombre propio. Y, sin duda, cada año este Corazón Valiente volverá a presentarse en aguas esteñas.
Ver: Hombre y naturaleza, juntos como hermanos
Nuevos comportamientos
Rodrigo García Píngaro es un apasionado. Este biólogo, director de la Organización Conservación de Cetáceos (OCC), ha hecho un culto de la ballena franca. Además de ser uno de los expertos más prestigiosos en su especialidad, García Píngaro tiene un especial apego por la ballena franca. La ha estudiado de modo exhaustivo y, este año, descubrió un cambio en sus hábitos que puede resultar muy importante para el ecosistema de Uruguay.
«Las ballenas están en toda la costa uruguaya, desde Aguas Dulces (Departamento de Rocha) hasta Punta del Este (Maldonado), algo que hace muchos años no se veía”, indicó al diario El País.
Y no sólo lo sorprendió la extensa zona que ocupan sino también su número y su comportamiento: se estima que hay entre 80 y 100 ballenas presentes en las costas uruguayas en este momento y que, además, están comportándose de manera diferente. Lo nuevo es que, según observó el equipo de la OCC, varios grupos de cetáceos estaban alimentándose en las aguas de Uruguay.
«Las ballenas se alimentan en la zona del paralelo 50 y 60 latitud sur, a la altura de las Islas Malvinas. Lo hacen durante el verano, por lo que, normalmente, cuando llegan a nuestras costas tienen grasa suficiente y no necesitan alimentarse”, aseguró García Píngaro.
Y añadió: “Estos registros de comportamientos de alimentación tan claros nunca se habían registrado. Se habían observado eventos puntuales en 2002, por ejemplo. Pero tampoco podíamos hablar de un hábito”.
En esta ocasión, el hábito surgió: el 90% de las ballenas que observó el grupo de científicos tenía este comportamiento. Por sus características eran ballenas subadultas –que no llegaban a los 6 u 8 años y, por lo tanto, aún no han alcanzaron la madurez sexual–, mientras que las ballenas adultas estaban en grupos de apareamiento o cortejo.
Pero, esta nueva circunstancia, qué supone para las aguas de Punta del Este. Hay diferentes explicaciones para el fenómeno y, también para sus consecuencias.
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Razones para el cambio
Para el científico, la primera razón por la que tiene relevancia este comportamiento es que es una situación que no se había observado hasta el momento y las explicaciones podrían ser diferentes.
Por un lado, García Píngaro aclara: «Si se están alimentando no es porque son gordas y les encanta comer. Es porque lo necesitan y encuentran alimento donde usualmente no lo buscaban».
Sin embargo, el biólogo se inclina por otra potencial explicación que tiene que ver con el cambio climático. «Quizás por el deshielo de la Antártida. El krill, del que se alimentan estos cetáceos, a su vez se alimenta en la zona antártica. Si el krill no consigue el suficiente alimento, su población disminuye y con eso la ballena franca no consigue comer lo suficiente. Por eso puede estar reponiendo su alimento en nuestras aguas. Las ballenas pueden pasar hasta seis meses sin comer”, analizó.
Otra de las posibles causas, arriesga García Píngaro, se introduce en un sendero que no tiene directamente que ver con la ausencia de krill en la Antártida. «Puede ser que una ballena aprendió que había alimento en estas aguas y en esta época del año y se lo transmitió a todas», aventuró.
El experto explicó que esta teoría puede ser válida gracias al descubrimiento del científico Rupert Sheldrake – biólogo cercano a la OCC–, quien estableció que las especies se transmiten conocimientos a través de los llamados campos mórficos con la función de sobrevivir.
Beneficios para el ecosistema
El descubrimiento de que las ballenas francas australes hayan decidido alimentarse en costas uruguayas es un hallazgo científico sin precedentes que tendrá beneficios para el ecosistema marino uruguayo.
«Ellas están comiendo y fertilizando toda la red trófica, algo que tendrá incidencia no solo en el plancton, sino también en los alevines de las diferentes especies de pescado. Al mismo tiempo, los pescadores verán su incidencia al momento de ejercer su tarea”, destacó García Píngaro.
Además, este hecho inusual que ocurre por primera vez en los 25 años de investigación del OCC, podría traer aparejada otra ventaja: que las ballenas francas se queden durante más tiempo en las aguas de Uruguay.
«No es que se van a quedar a vivir en Uruguay, siempre van a migrar. Pueden quedarse más tiempo como pueden no hacerlo. Pero, sin duda, las circunstancias han cambiado. Ya veremos cómo evoluciona el tema«, aclaró el biólogo.
En el corazón esteño, sin embargo, la ballena franca hace años que no migra. Hace años que se queda ocupando un lugar importante en el paisaje y en el corazón de todos los habitantes de la península. Porque es un símbolo. Porque es una enseñanza de libertad, majestuosidad, de grandeza que la naturaleza nos regala cada primavera.