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Guía práctica para el emprendedor

En el marco del proyecto WTC Punta del Este, el empresario Cr. Carlos Lecueder realizó un seminario donde explicó las claves para obtener el éxito en los emprendimientos. Una clase magistral sin desperdicio.

Fachada del WTC en Punta del Este.

Cuando en diciembre de 2017 el contador Carlos Lecueder y su socio el arquitecto Ernesto Kimelman lanzaron el proyecto del Torre World Trade Center de Punta del Este, los relojes por un instante se detuvieron.

La construcción de esta torre de oficinas – ubicado en Avenida Gorlero, frente a la plaza Artigas, a metros del puerto y a 20 minutos del aeropuerto-, supone la revitalización de una zona de la ciudad que en los últimos años no acompañó al resto de la península en su crecimiento. El WTC será el primer torre verde de Punta del Este y tendrá certificación Leed que garantiza generación y ahorro de energía limpia, clasificación de residuos y racionalización del consumo de agua, entre otras normativas. La torre costará unos 45 millones de dólares, tendrá 25 pisos -donde habrá unos 13.000 metros cuadrados destinados a oficinas- y dará trabajo a unas 1.200 personas. Además, propone con su presencia un verdadero «centro financiero» que llevará a Punta del Este a tener una actividad firme y constante durante todo el año, rompiendo así con la tendencia de ciudad de temporada veraniega.

Vista aérea WTC en el corazón de Punta del Este.

El WTC presupone un cambio radical en la dinámica de la península, un crecimiento que tiene su objetivo puesto en el mediano y largo plazo. Supone también un hacedor de esta estrategia. Alguien que, con su visión, de algún modo va construyendo el futuro de la península, delineándolo. Carlos Lecueder es, sobre todo, un apasionado. Alguien que disfruta en forma plena de su trabajo, que ama de manera profunda su profesión de emprendedor, que lleva sobre sus espaldas desarrollos de gran relevancia como el World Trade Center de Montevideo, varios de los grandes shoppings y terminales de ómnibus, tal como Tres Cruces. Alguien para quien un proyecto forma parte de «construir comunidad». Dice: «Los países se desarrollan si tienen buenos gobiernos, si tienen un sector empresarial pujante, emprendedor, un sector que tome desafíos para invertir capital, que tenga nuevas ideas y genere proyectos. La comunidad de empresarios de Uruguay  tiene mucho para avanzar todavía. Cualquier actividad que genere negocios y puestos de trabajo, forma parte de este avance. Queremos que nuestro país desarrolle una comunidad empresarial que esté en constante y pujante crecimiento».

Alicia D’Agosto presentando al exitoso empresario Carlos A. Lecueder.

Trabajo en familia

 

Hincha fanático de Nacional, padre de seis hijos -cinco contadores y un ingeniero-, devoto esposo, Lecueder suele realizar seminarios donde desarrolla los 15 mandamientos del emprendedor. Este número de consignas no son casuales y su explicación en cada uno de los casos va dando forma a una charla donde se mezcla su historia personal, su expertise como emprendedor y desarrollador de obras, su pasión por el fútbol y su profundo amor por la familia y los amigos. «Yo no expongo mandamientos en las charlas, sino que disfruto contando historias porque me gusta lo que hago. Lo mío no es un manual de reglas de cómo manejar una empresa, lo mío es transmitir experiencias de vida», aclara a lo largo de sus ágiles seminarios. Ahí va analizando cada uno de los 15 puntos que su empresa tiene como capitales a la hora de planificar cada nuevo emprendimiento.  «Comencé a trabajar en 1971. Tuve el orgullo y el honor de entrar a trabajar con mi padre. Y eso se refleja en estos mandamientos que sostenemos en el estudio porque cada uno de ellos forma parte de lo que fue su filosofía de vida. Recuerdo que el gran proyecto que hicimos fue en Maldonado fue para una empresa que se llamaba Safema (Sociedad Anónima pare el Fomento de Edificios de Maldonado). Hicimos 24 edificios durante fines de los años 70 y comienzo de los 80. La idea de mi padre fue, por supuesto, ganar dinero pero no necesariamente de inmediato. El creía que era más importante demostrar que existía un modo de ganar y de dar empleo y que eso podía sostenerse en el tiempo», asegura como introducción a su charla. Y advierte: «Acá no van a encontrar tips de manual teórico, lo que yo voy a contarles es una experiencia de vida».

Carlos A. Lecueder en el Hotel The Grand ante una concurrida audiencia.

Soñar y arriesgarse

 

El seminario de Lecueder es ameno, simpático, ágil, con algo de charla Ted pero con mucho sentido uruguayo. Y comienza su listado de 15 mandatos con uno de alto impacto: «Aquel que quiera ser emprendedor y trabajar cuatro horas por día, que abandone antes de empezar. Ser emprendedor es soñar de noche con los emprendimientos, es levantarse a las 4 de las mañana pensando en la solución al problema que nos tuvo ocupado todo el día anterior. Y disfrutar de este dolor de cabeza. Los emprendedores no tenemos horario.

 

Andrés Jafif (alcalde de PdelE) junto a Juan C. Sorhobigarat.

 

Esa máxima de 90 por ciento transpiración y 10 por ciento de inspiración parece un lugar común pero es una gran verdad. Si voy a empezar un negocio nuevo, debo estar dispuesto a trabajar 24 horas. Antes, hay que decirle a la esposa o al marido que uno lo siente mucho pero que tiene que comenzar un nuevo trabajo. Como yo no se lo anticipe nunca, mi mujer se enoja conmigo seguido. No hagan como yo, mejor es decirlo con anticipación. Un emprendedor debe estar dispuesto a renunciar a ciertas cosas. Renunciar a  hobbys y a pasar horas con los amigos. Hay que tratar, en todo caso, que esas renuncias no incluyan a la familia porque la familia es la base de todo», afirma.

 

Carlos A. Lecueder exponiendo.

 

El segundo de los puntos, tampoco es liviano: Lecueder invita a asumir riesgos. «A los uruguayos no nos gusta el riesgo. Nos formamos en un país con un Estado fuerte y grande, que nos aseguraba una buena vida. Siempre estaba el Estado. Nos educamos con esa idea y nos cuesta asumir riesgos. Pero debemos aprender. Hay que tener en claro que asumir riesgos no es sólo poner dinero, es también poner tiempo que, en verdad, vale mucho más que el dinero porque es irremplazable: el dinero se gana y se pierde, el tiempo no, nunca vuelve. No creo en hacer locuras pero sí en asumir riesgos. No nos tiramos al agua de cabeza sin analizar las cosas pero asumimos que hay riesgos, siempre.

 

Director de deporte Martín Laventure, Arq. Ernesto Kimelman

 

Punta del Este vivió en los 70 un boom inmobiliario espectacular, en 1980 comenzó a frenarse y en el 81, Argentina se despertó un día con el dólar por las nubes. Hasta ese momento, en Argentina y también en Uruguay existía algo llamado «la tablita». Esa tablita dictaba el precio del dólar por seis meses, lo que volvía previsible la inversión porque se conocían los precios. Pero un día, la tablita argentina se rompió, el dólar se fue a las nubes y ya no hubo precio para nada. El resultado fue que las inversiones  desaparecieron de Uruguay. Para ese entonces, teníamos tres edificios construyéndose en Punta del Este: Malecón 4, Torre Gatas y Torre del Plata 3. Esas construcciones se pagaban con dinero que aportaban los socios y con el dinero de las ventas en cuotas de las unidades. Para fin de ese año, la cobranza de las cuotas de los departamentos vendidos se fue a cero. Nadie pagaba y los socios tuvimos que enfrentar los pagos. Para colmo, teníamos una tierra en Montevideo en la que pensábamos hacer otros edificios pero no habíamos comenzado a construir. En el 82, la tablita que se rompió fue la uruguaya. Entonces, en medio de esa crisis, mi padre dijo: ´En Montevideo no hagamos edificios, construyamos un shopping´. La idea era buena. Sólo tenía un inconveniente: nosotros no sabíamos nada de construir y comercializar un shopping».

Montevideo Shopping.

 

Lecueder cuenta que para estudiar un poco el tema shopping viajaron con su padre a Brasil. Consiguieron que un estadounidense los asesorada, hicieron estudios de mercado y, poco a poco, la idea fue tomando forma. Así nació Montevideo Shopping. «Un grupo brasileño nos dijo que, según un estudio hecho por ellos, ese lugar era ideal para poner un shopping. Nuestros estudios de mercado nos indicaban que la gente estaba dispuesta a cambiar sus hábitos de compras. Pero los comerciantes no querían saber nada con abandonar sus locales en el centro por uno en un shopping que quedaba en el `descampado´. Para colmo, la crisis no ayudaba para nada. Pensamos en volver al proyecto original de los edificios pero insistimos, asumimos el riesgo», afirma.

Convencer a los comerciantes llevó unos cuantos meses. Primero se mudó uno, más tarde dos, un tiempo después tres y cuatro. Hasta que Montevideo Shopping se volvió un éxito que no estaba en los planes de nadie. «Asumimos un riesgo y salió bien. Pudo haber salido mal. Pero este tipo de riesgos son los que van moviendo el mundo. El mundo no se mueve con un plan de negocios que siempre da tasa positiva. El mundo se mueve con estudios de mercado y el mercado hay que investigarlo pero siempre, en algún momento, debe estar la decisión empresarial de asumir el riesgo, de invertir muchas horas y darle para adelante».

 

Honestidad y palabra

 

WTC.

 

Los puntos 3 y 4 de los mandamientos de Lecueder son simples pero, al mismo tiempo, difíciles de ver a menudo en este mundo. El contador es terminante es esto: son fundamentales para un emprendimiento. «Honestidad y cumplir con la palabra otorgada», dice y los explica: «En cualquier lugar del mundo son importantes pero en Uruguay más porque somos una plaza chica y, si alguien se porta mal, nos enteramos todos. Por suerte, todavía en nuestro país darse la mano es como un contrato firmado. Es realmente  importante el cumplimiento de la palabra dada. Uno debe cuidar mucho las palabras que da. Hay que ser esclavo de la palabra dada. Y, si un día, uno se equivoca, no importa. Se pierde y se cumple. Nosotros el año pasado hicimos el lanzamiento del World Trade Center de Punta del Este y hoy estamos en un momento muy complicado y difícil. El verano pasado el sector inmobiliario se movió poco y este invierno se murió. Conseguimos un plazo de la Intendencia de Maldonado para comenzar la construcción. Estamos comprometidos en el esfuerzo para hacerlo. Creemos con firmeza que Punta del Este va a camino a convertirse en una ciudad de mayor importancia. Cada año se establece mayor cantidad de gente en la zona. Es, si se quiere, un proceso lento. Al menos más lento de lo que nos gustaría pero creemos que el crecimiento es irreversible. En Montevideo hicimos el World Trade Center, un complejo de 4 torres de oficinas y dos de zona franca. Todavía estamos construyendo la segunda de esas torres de zona franca que tendrá 22 pisos. Cuando la terminemos, será el complejo más grande del país. Esto nos llevó 25 años. Lo dicho, Uruguay tiene procesos lentos. Montevideo Shopping recién se consolidó en 1989, seis años después de su inauguración. Y en 1994, cuando se abrieron 3 shoppings más en la ciudad – Tres Cruces, Punta Carretas y Portones- nos dimos cuenta de que la gente había generado un hábito de compra en los shoppings. Estos son procesos largos», indica. E insiste: «Por eso es tan importante poder  confiar en la palabra empeñada».

 

Vista del WTC en Montevideo.

 

La crisis como oportunidad

Como se dijo, Lecueder es un apasionado del fútbol. Por eso, en muchas ocasiones sus imágenes y metáforas remiten al deporte. Dice: «Los partidos empresariales nunca se ganan 5 a 0. Cuando empezamos con el WTC de Montevideo no sabíamos si la gente iba a venir a poner sus oficinas en un barrio residencial, al lado de un shopping. Y nos encontramos con que se empezó a vender bien y hasta muy bien sin necesidad de campaña publicitaria. Con esa perspectiva, decidimos hacer una campaña publicitaria porque imaginamos que sólo podía mejorar. Bueno, con la campaña, no se vendió un metro cuadrado más. En ese caso íbamos ganando, no sé,  tres a cero y, de golpe, nos empataron. Los partidos empresariales son así. Por eso, hay que tener mucha garra. No decaer, no deprimirse, no perder el ánimo cuando las cosas no van bien. Eso es fundamental. De ese quinto punto, se desprende el sexto: «Ser tenaz, un poco cabeza dura y a veces casi obstinado», dice el mandamiento. «Estas consignas las escribimos en el estudio. Un día se las llevé a mi señora para que las leyera y ella me objetó este punto. Me dijo que ser obstinado era una cosa mala. La escuché, le expliqué que era una actitud sólo con respecto al trabajo, no a la vida cotidiana. Ella siguió diciéndome que no estaba bien pero me fue imposible quitarlo. Y no pude sacarlo porque soy un obstinado. Creo que siempre hay que escuchar a los demás, pero también hay que escucharse a uno mismo. Porque es fundamental escuchar a los demás. Pero a la hora de tomar una decisión, hay que tenerse también un poco de fe», dice.

 

Carlos A. Lecueder

 

Como los chinos, Lecueder pregona ver en cada problema, una oportunidad. «En todo negocio, hay dificultades. Y esas dificultades hay que solucionarlas. Pero no siempre hay que mirar las dificultades como algo a arreglar, a veces una dificultad nos plantea otro punto de vista, un nuevo camino, cambios. Eso nos pasó a nosotros con el Nuevo Centro Shopping. Ese terreno, eran de los viejos talleres y depósitos de la empresa de omnibus Cutcsa, lo vimos por primera vez un sábado de 1992 con mi padre, cuando ya estábamos terminando la construcción de Tres Cruces y Portones.

 

Shopping Tres Cruces.

 

Cuando averiguamos, nos enteramos que Cutcsa no vendía esos terrenos porque eran parte de su historia. Y como Cutcsa es una Sociedad Anónima pero tiene como 3.000 accionistas, cualquier intento de convencerlos era imposible. Igual, el terreno siguió en nuestra cabeza todo el tiempo, 50 veces pensamos en cómo hacer. No había manera.

 

Portones Shopping.

 

Pero 16 años más tarde, un enero yo estaba en Punta del Este y recibo una llamada al celular del señor Edgardo Novick. Hoy Novick es conocido por ser el candidato del Partido de la Gente pero en ese entonces era un empresario, con casas de deportes, inversiones inmobiliarias y un patrimonio importante que se ganó trabajando desde chiquito. Yo lo conozco desde que me alquiló junto con dos socios un local en el Montevideo Shopping en el año 84. Desde entonces, desarrollamos una buena relación. Su llamado era para contarme que la Intendencia de Montevideo había obligado a Cutcsa a quitar los talleres de ese terreno y que Juan Salgado, el presidente de la empresa y amigo de Novick le había preguntado qué se podía poner ahí. Edgardo, sin hablarlo nunca conmigo, le dijo: un shopping.

 

Costa Urbana Shopping.

 

Por eso, me estaba llamando. El terreno volvía 16 años después. A sugerencia mía, nos encontramos en el Yacht Club de Punta del Este porque ellos viajaban a la península el viernes siguiente. Nos llevó algunas reuniones ponernos de acuerdo porque Cutcsa seguía sin querer vender esas parcelas. Llegamos a un acuerdo: Cutcsa era socio poniendo la tierra y nosotros construíamos. Pero no quedó ahí: Cutcsa gestionó en la Intendencia cambiar el recorrido de algunas de sus líneas de ómnibus para que pasaran por el nuevo shopping. Así, una dificultad se convirtió en una gran solución. Lo único malo fue que en aquella primera reunión del Yacht Club, el mozo me terminó echando porque estaba en pantalones cortos y ya eran más de las 9 de la noche. Yo estaba ahí, tratando de convencer a un futuro socio, y me echaban del club del que soy socio. De esa situación embarazosa no me olvido más», cierra la anécdota entre risas.

 

Yacht Club Punta del Este

 

Jugar en equipo

 

Para el empresario, todo el trabajo puede ser perfecto pero si no se disfruta, no se llega a ningún lado. «Te tiene que gustar lo que hacés. Con mi socio Ernesto nos encontramos todos los viernes a la mañana. A veces estamos de acuerdo, a veces discutimos, a veces nos peleamos. Es bueno eso. No está mal discutir. La discusión muchas veces ofrece otro punto de vista o pone paños fríos para volver a pensar la mejor salida. Pero, más allá de las reacciones, los dos disfrutamos mucho de esos encuentros porque nos apasiona lo que hacemos. Si no se disfruta, no funciona porque al primer inconveniente, surge el mal humor y la posibilidad del abandono. Hoy los millenials la tienen un poco más clara: si algo no les gusta, se van. Si un trabajo los aburre, se van. Los millenials buscan el disfrute y eso es muy bueno.  Porque si uno hace lo que le gusta, lo hace mejor. Y lo hace mejor porque es feliz. En todo caso, eso es lo que hay que buscar en la vida, ser felices», señala.

 

 

Para Lecueder, esa felicidad en el trabajo se obtiene en equipo. «Los grandes proyectos no se llevan de a uno. Siempre tiene que haber un equipo. Y un capitán porque todo equipo tiene un capitán. Trabajar  en equipo implica tener muy claras la reglas de cómo distribuir las tareas: qué tiene que hacer cada uno. Eso no supone dejar de tener ambiciones personales. Lo que supone es que si al equipo le va bien, a los integrantes también les va bien. Pat Riley fue un entrenador muy exitoso de la NBA. Ganó 5 títulos con Los Angeles Lakers y con Miami Heat en 24 años de carrera. Pero como jugador fue mediocre tirando a malo. En una conferencia contó que, en su época como jugador, siempre era suplente.

 

 

Pero un partido definitorio se jugó en una ciudad en la que había un fuerte brote de gripe y la mitad del equipo cayó en cama. Faltando un minuto y medio, el entrenador lo hizo entrar. Hasta ese momento no había jugado un minuto en toda la temporada. Faltando tres segundos, los Lakers perdían por un punto. La pelota se va a afuera y el entrenador pidió tiempo para explicar la jugada. El técnico les dijo:  `Cuando saquemos, nuestro mejor jugador se va a parar acá y lo van a marcar dos para que no emboque. Y vos Pat te vas a parar acá y seguro no te va a marcar nadie. Por eso, la pelota te la vamos a pasar a vos. Y, cuando te la pasen, nuestro mejor jugador va a picar al vacío para recibirla. Tu función Pat es, ni bien recibís la pelota, se la tirás a nuestro mejor jugador que ya va a estar desmarcado´. Sacaron del costado, se la dieron a Pat y el mejor jugador de los Lakers picó al vacío solo. Pat tenía que pasarla, nada más. Pero vio el tablero y pensó en la gloria de embocar él esa pelota. La gloria habiendo jugado sólo un minuto y medio en toda la temporada. Y tiró él al aro. Y pifió. Y los Lakers perdieron. Pat Riley dijo en la conferencia que ese día aprendió que jugar en equipo es hacer bien lo que se tiene que hacer. Y que lo importante es el objetivo del equipo, no el objetivo personal», afirma.

 

Apostar al win win

 

Poner garra, jugar en equipo, disfrutar del juego, ser un poco cabeza dura. Esas son algunas de las premisas. Pero también lo es cuidar lo que nos rodea. No sólo el medio ambiente, no sólo el ecosistema. También a las personas. Otra vez, jugar en equipo. «Pagar buenos sueldos forma parte de cuidar lo que nos rodea. Dar beneficios a aquellos que lo merecen, también. Una empresa debe ser viable. Esto significa: pagar los impuestos, los servicios y los sueldos en tiempo y en forma. Después de lograr eso, hay que involucrarse socialmente y contribuir a mejorar el estado de las cosas. Hacer edificios y shoppings sustentables, que cuiden la naturaleza y el medio ambiente. Pero antes hay que cuidar a los que están a nuestro lado. Sin eso, el comienzo es equivocado», asegura.

 

Recepción Torre WTC Punta del Este.

 

Para Lecueder, los que están a nuestro lado también son aquellos con los que hacemos un negocio. «Ya lo dije: no se gana 5 a 0. El espíritu de un emprendedor no debe ser ganar por goleada sino obtener un win win, que todas las partes ganen y se vayan satisfechas del negocio. El psicólogo estadounidense Adam Grant, en su libro Give and Take: A Revolutionary Approach to Success, afirma que hay empresarios en givers y empresarios takers. El  taker siempre trata de ganar, de avanzar, sin importarle el otro. El giver está dispuesto a compartir. Grant afirma que los empresarios exitosos y ganadores a largo plazo son los givers. Por supuesto, hay términos medios y no hay que irse para el otro lado porque si uno es demasiado giver termina generando negocios no rentables», aclara. Pero señala también que el éxito de un emprendimiento no se mide por la cantidad de dinero que se gana. «El éxito es mucho más que ganar dinero. Sin duda, ganar dinero está muy bien y forma parte del éxito. Pero no es lo único. Los éxitos se miden en experiencia, en fuentes de trabajo que se abren, en bienes intangibles pero necesarios para una comunidad».  Por eso, los negocios deben ser entendidos en el largo plazo. Hace falta ver la película completa y no sólo el comienzo o el final. «No se debe pensar en el corto plazo. De otro modo, un proyecto como el World Trade Center de Punta del Este no estaría en marcha. Los negocios no se piensan para obtener ganancias la semana que viene sino en el largo plazo. Hay que entender que el mundo está cambiando, que hoy el trabajo es tanto físico como virtual», indica.

 

Oficina de reuniones Torre WTC Punta del Este.

 

Los últimos dos mandamientos, sumado al trabajo a largo plazo es lo que hizo posible el WTC en la península, convirtiéndose en uno de los 319 centros que tiene la cadena en 88 países. «Hay que ser optimista y tener pasión por lo que uno hace. Al pesimista se lo debe contratar para que analice todos los puntos flojos de un proyecto. Pero el emprendedor debe creer y encarar el futuro con optimismo. Y poner pasión en lo que se emprende, esto no es negociable. La pasión nunca claudica, la pasión no abandona»

Carlos Lecueder, Gali Kimelman, Ernesto Kimelman, Alicia D’Agosto y gerente The Grand Hotel, Alejandro Gómez.

Los 15 mandamientos del emprendedor

  • 1.- Esfuerzo. Trabajo
  • 2.- Aceptar el riesgo
  • 3.- Honestidad
  • 4.- Cumplimiento de la palabra
  • 5.- Tener garra
  • 6.- Ser muy tenaz, un poco cabezadura, y a veces casi obstinado
  • 7.- En cada problema, ver una oportunidad
  • 8.- Disfrutar lo que uno hace
  • 9.- Trabajar siempre en equipo
  • 10.- Cuidar y respetar lo que nos rodea
  • 11.- Relaciones siempre basadas en un win win
  • 12.- No medir el éxito por el dinero que se gana
  • 13.- Largo plazo
  • 14.- Optimismo
  • 15.- Pasión

 

Vista del WTC desde el Puerto de Punta del Este.