La artista plástica Claudia Ferrer comienza a establecer su territorio dentro de la pintura, a fuerza de una obra contundente, donde da cuenta de su mirada sobre el mundo. Sitios atractivos de diferentes países y una gran cantidad de marinas conforman su universo pictórico. A partir de ellos, se muestra como un talento notable que todavía tiene mucho por ofrecer.
Desde muy chica comenzó a dibujar, a bocetar imágenes en un cuaderno. Tenía, ya en la niñez, la necesidad de plasmar una obra, aunque posiblemente todavía no estaba consciente de esto. «Toda mi vida amé el arte en todo su contexto. Admiro las esculturas, las pinturas e incluso adoro la arquitectura. ¿Cuándo comenzó?, no tengo idea, porque soy de las que anda por la calle mirando hacia arriba, viendo fachadas, mirando cada pequeño detalle», dice, a modo de introducción, la artista plástica Claudia Ferrer. Y agrega: «Tuve la oportunidad de ver grandes y pequeñas ciudades del mundo y en cada una maravillarme, de entrar a los mejores museos del mundo y no dejar de asombrarme, de ir a hermosas ciudades antiguas con sus palacios, mezquitas, catedrales, parques, de ir a miles de iglesias y a cementerios y poder admirar su arte y su arquitectura, sus pinturas. Amo la pintura y el mar, que para mí es una obra maestra de la naturaleza y me gusta poder reflejar en mis obras lo que voy viendo y admirando. En fin creo que nací maravillándome con el arte. Y tratando de aprender sobre él».
Ferrer es uruguaya y su apego por el mar se refleja en sus cuadros. Ha viajado mucho y, de sus viajes, rescata precisos lugares que más tarde plasma en el lienzo. Y, sobre esa base, es que construyó su obra: sitios y paisajes de distintos lugares del mundo y una gran variedad de marinas. Sin embargo, hace relativamente pocos años que se dedica de manera full time a la pintura. «Fui a un Colegio y Liceo donde, en su momento, teníamos tres idiomas diarios. Luego continué con estudios de inglés por mi lado. Hice bachillerato de científica y luego de arquitectura y, paralelo a la entrada en la Facultad de Arquitectura, culminé el Secretariado Ejecutivo. Toda mi vida pinté y dibujé, pero no en forma profesional, sino como un hobby. Trabajé como Secretaria Ejecutiva y fui profesora de Técnicas Secretariales y Protocolo. Pinto en el taller del maestro Aldo Curto desde el año 2015. En este momento estoy abocada a la pintura», cuenta, de una manera rápida y contundente, su formación.
Para el proceso creativo de su obra, tiene un método: «En mis viajes me gusta mucho sacar fotos de lugares que me llaman la atención o tienen un significado fuerte para mí. Luego, con ese referente, pinto mis obras. En ellas es que pongo mi creatividad y mis sentimientos, me gusta pintar con espátula, porque siento que le doy más realismo a la obra. Después, me dejo llevar por mis sentimientos», afirma.
Vocación en alza
Sus cuadros mantienen una línea cercana al impresionismo, con algo de abstracto. Y suele trabajar con espátula y, también, con pinceles. Todas sus pinturas son hechas con óleo. En sus obras, predomina el azul, con importantes mares que muestran sus reflejos. Dice que suele trabajar escuchando música. «Me gusta escuchar rock en inglés de los 70 y 80, jazz, blues, country y algunos cantantes como Andrea Bocelli, Emma Shaplin, Frank Sinatra», enumera.
Entre sus artistas plásticos preferidos se encuentran Monet, Van Gogh y Renoir. Y sus libros predilectos son aquellos que relatan la historia novelada. Ama el cine y el teatro, artes donde también prefiere relatos novelados de la historia de la humanidad. No es una gran amante de la cocina pero, asegura, puede hacer postres muy sabrosos.
En la actualidad, la pintora dedica todo el tiempo a la pintura y ya ha tenido algunas exhibiciones de su obra en Uruguay y en Argentina. En todo caso, sigue buscando, a través de sus cuadros, el espacio donde contar su historia, donde plasmar su singular mirada, donde establecer su destino dentro del mundo de las artes plásticas.
