Una nueva generación cambia el juego del arte en el Este

Por: Laura Garganta
El Estudio las Estrellas es un secreto a voces, lo conocen todos, pero al mismo tiempo pareciera que nadie. Ése es el talento que tienen sus creadores (Antonio Carrau, diseñador gráfico, Diego Prestes, diseñador gráfico e ilustrador y Sabrina Srur, fotógrafa y comunicadora audiovisual) para mantener al público que desean atraer, el público al que le interesa lo que allí pueda suceder.
Esta nueva generación, entre los 30 y 40 años, son los nuevos colonos del Este en el invierno. A ellos se suma un argentino, Iván Martínez, quien asegura sentirse mejor en Uruguay que en Nueva York, donde estudió y trabajó por años. Fue luego de esa etapa que comenzó a pensar en encargarse de una galería en Garzón (La Galerilla). Su objetivo: ser el primero en atraer talentos jóvenes y emergentes a la zona.
Naturalmente, la historia de la unión de fuerzas entre artistas gráficos con reconocimiento que supera las barreras charrúas, es lógica y de esperarse, al fin y al cabo, no son tantas las jóvenes promesas uruguayas de 30 y pico, con contactos directos en el mundo del arte y la publicidad, que eligen quedarse a vivir todo el año entre La Barra y Punta del Este.
Estudio las Estrellas: un secreto a voces
Antonio, o “Tony” como le dice Iván, llega al estudio con su bici en una mano y un café en la otra. Ese día está allí trabajando también Rina, una diseñadora gráfica que llegó a vivir a La Barra hace dos años. Se sumó al Estudio de las Estrellas tras escribirle a Prestes, a quien admiraba, según explica, desde hacía mucho tiempo por su trabajo en Atolón de Mororoa, considerado uno de los estudios de diseño más reconocidos y destacados del país.
Cuando se quedó sin un empleo fijo, decidió enviarle su currículum. Prestes, que acababa de ser padre, necesitaba apoyo en el área gráfica. Así fue como éste le entregó una llave y Rina empezó a trabajar allí por un mes. “Tuve la suerte de que justo quedaron algunos lugares libres y me propusieron quedarme como residente en el Estudio las Estrellas y para mí fue increíble. Si bien nací y crecí en Colonia, viví 12 años en Montevideo, así que venir a vivir al Este a trabajar en un lugar tan lindo, fue un cambio perfecto y una tremenda oportunidad. Incluso estaban organizando una muestra de arte acá el año pasado en noviembre y me invitaron a participar”.
Pero Rina no es la única residente del estudio, la acompañan Sabrina Srur, fotógrafa, Segundo Vargas, diseñador gráfico y fotógrafo, Pía Vivo, directora de arte y consultora de Brand, y Fernanda Barbot, Arquitecta.

Carrau es el que nos recibe como anfitrión del estudio. Llegamos justo el último día en que se podían ver aún algunas de las pinturas de la exposición que llevaron a cabo, denominada “Spoil”, curada por Iván: «Con Tony empezamos a hacernos amigos y a trabajar juntos este año, cuando ayudé a Sabrina Srur con el montaje de Arcanas en el MACA. A partir de ahí nos acercamos más. Yo ya había visto que a principios de año habían hecho una muestra con Azul Gattas, Violeta Artagaveytia y Sofía Ruiz, y también otra con sus propios trabajos, cuando inauguraron el espacio. Como el lugar ya se venía usando para eso y me parecía lindo y bien ubicado, empecé a pensar en hacer algo con ellos. Así surgió la idea de estas exhibiciones pop-up: muestras cortas, de uno o dos días, que montamos y desmontamos enseguida”.

Spoil: una crítica desde el vacío
Spoil, es una exhibición individual del artista montevideano Javier Estévez, que se presentó en el espacio. Iván conoció a Estévez en los inicios de su proyecto en Punta del Este, cuando todavía no contaba con una sede fija y organizaba exhibiciones itinerantes. Fue uno de los primeros artistas con los que entabló una amistad y comenzaron a colaborar en distintos formatos: “Hicimos un par de experimentos buscando comercializar, hacer exposiciones y trabajar juntos”.
Durante años, Javier firmó sus obras como Jurás Kebrar, pero hoy transita un proceso de cambio y exhibe su arte con su nombre real. Su recorrido es amplio: trabajó como escenógrafo en el Sodre y es reconocido por sus murales de gran escala, como los que se encuentran sobre la autopista cerca del aeropuerto de Montevideo.

Spoil reúne una serie en la que el artista viene trabajando desde hace más de un año y medio, con una mirada crítica sobre la relación entre el ser humano y el territorio. “Reflexiona sobre cómo construimos capitales y catedrales de consumo, como los shoppings. Javier se pregunta qué va a pasar con todas estas cosas, qué quedará de ellas en el territorio”, explica Iván. Las escenas representadas no incluyen personas, pero sí sus rastros: objetos, productos, ruinas. Lugares que, según el artista, ya empezaron a deteriorarse.
“En este caso Spoil significa podredumbre, lo que se echa a perder”, cuenta Iván. Además de su formación en artes visuales, Estévez trabajó durante años en marketing y diseñó especialmente una tipografía que actúa como logotipo y eje visual de toda la muestra. La obra, entonces, se despliega en varios planos, entre lo pictórico, lo conceptual y lo gráfico, proponiendo una lectura inquietante del futuro posible: uno sin humanos, pero con huellas visibles de su paso.

Iván Martínez y el nacimiento de La Galerilla
Iván Martínez, el inquieto sujeto que llegó a Uruguay a “romper” con la sacralidad del arte, nació en Argentina y hace cinco años decidió radicarse en Uruguay, luego de un recorrido internacional que incluyó estudios y experiencia laboral en Estados Unidos. Vivió varios años allí, incluidos cinco en Nueva York, donde comenzó a trabajar en el circuito de galerías y cursó estudios de arte moderno y contemporáneo. Su formación académica empezó en la Universidad de Colorado y luego se consolidó en la NYU, una etapa que considera decisiva para su desarrollo profesional y su comprensión del sistema, desde adentro.
Pero, quizás la mejor manera de entenderlo a Iván, es a través de su vínculo con el arte y sus raíces familiares profundas: su abuelo fue galerista en Buenos Aires y se dedicó a descubrir talentos, una tarea que hoy continúa su tía desde la misma galería. Sin embargo, él eligió abrir su propio camino en otro contexto. “Acá el entorno es más amable”, afirma, en relación con el este uruguayo, donde encontró el escenario propicio para desplegar su proyecto personal.

Su llegada a Garzón se dio de manera natural, a partir de una asociación con Aaron Hojmann, dueño de Trading Post en La Barra. Juntos adquirieron el terreno para iniciar el proyecto. “Con él nos asociamos para llevar unos vagones y armar este espacio donde funciona hoy La Galerilla”, cuenta. La estructura, precisamente, es parte de un gesto funcional y simbólico: “El tema del vagón se dio porque él vende esas cosas y yo necesitaba un lugar para poner las muestras”.
En Garzón, la galería lleva ya tres años funcionando. Iván destaca la singularidad del lugar y el modo en que los distintos espacios se integran: “Lo lindo de Garzón es que cada uno ocupa su nicho y entre todos formamos un circuito de galerías que arman el recorrido”. En su caso, se enfocó en una línea curatorial clara: arte joven y emergente. “Esa era una cosa que no estaba explotada en el pueblo, por lo que fue muy fácil para mí ocupar ese lugar y es, en definitiva, lo que me ayudó a poder establecerme tan rápido”, explica.

Una escena que crece entre el arte, la gastronomía y el territorio
A lo largo de estos años, fue observando cómo se fue ampliando y diversificando el ecosistema artístico del este uruguayo. Como él mismo se toma el trabajo de explicar, “primero fue Francis Mallmann quien introdujo a Garzón en el circuito turístico, pero el gran impulso del arte en la zona llegó con la residencia Campo, dirigida por Heidi Lender. Después Luchi Soria tuvo un restaurante un tiempo, y eso sumó mucho más desde la gastronomía. Pero hoy en día muchas de las galerías estamos ahí gracias al movimiento que genera el Festival de Arte de Campo todos los años”.
También señala otro punto clave en la expansión del arte contemporáneo en Uruguay: la figura de Silvia Arroces como pionera en el sector: “La persona que hizo un gran esfuerzo para que Punta del Este se consolide como un lugar donde el arte contemporáneo tiene un foco central en la agenda del verano, es Silvia Arroces, de la Galería del Paseo, que acaba de cumplir 27 años con su espacio”. Reconoce, además, el papel de Galería Sur en el tratamiento del arte moderno, pero no duda: “La que trajo el arte contemporáneo a Punta fue Silvia”.
Finalmente, Iván menciona una tendencia reciente: el traslado de artistas desde Montevideo hacia el este del país, en busca de una mayor visibilidad y más oportunidades de venta. “Muchos se han relocalizado acá porque en Montevideo les cuesta bastante conseguir compradores”. Ese movimiento, junto al trabajo colectivo que se desarrolla en Garzón y alrededores, contribuye a consolidar una escena artística con identidad propia. Un entramado en diálogo constante con lo local, lo regional y lo internacional.

Antonio Carrau y el pulso creativo en Estudio Las Estrellas
En cuanto a Antonio, aunque nació en Montevideo, se crió entre el campo y Punta del Este, donde vivió desde los siete hasta los dieciocho años. “Toda mi infancia y adolescencia transcurrieron acá”, dice, y reconoce que le entusiasma el movimiento cultural que empieza a consolidarse en la zona. “Me gusta que esté pasando esto, si no sería aburridísimo”.
Actualmente, junto a otros artistas residentes del lugar, están proyectando una nueva muestra colectiva como una forma de seguir “activando” el espacio: “Es una linda excusa para hacer algo”, señala. Además, adelanta que pronto publicará un libro con una selección de sus piezas: “Será la segunda edición de una recopilación de muchos trabajos míos, aunque la primera impresa en Uruguay, ya que la original se publicó en Portugal. Estimo que entre julio y principios de agosto vamos a hacer la presentación. Todo lleva un montón de preparación”, explica.
Un estudio que se desmarca del ritmo de temporada
En cuanto al funcionamiento del estudio en temporada alta, suelen organizar los tiempos de manera bastante opuesta a lo que sucede en el Este. “En verano hacemos todo al revés, no hacemos eventos, aunque seguimos viniendo a trabajar, porque esta es nuestra oficina. Lo que sucede es que si alguien quiere hacer algo hay que estar presente. Aunque no haga el montaje, tengo que supervisar, recibir a los artistas y montajistas, asegurarme de que tengan todo, luego inaugurar y recibir a muchísima gente que se encuentra veraneando».
Aunque no monte, debo supervisar, asistir a artistas y estar en la inauguración, ya que el verano atrae a mucha gente.”
«Es mucho trabajo y varios de los que estamos acá somos padres primerizos, por lo que no nos sobra el tiempo en absoluto”. Su testimonio da cuenta de los desafíos detrás de mantener en marcha un espacio cultural autogestionado, especialmente cuando el flujo de visitantes y la intensidad del verano chocan con los tiempos del arte y la vida cotidiana.

El invierno como temporada creativa
En la misma línea de acción, este invierno y por primera vez, La Galerilla abrirá sus puertas en Garzón fuera de temporada. Iván Martínez y la artista uruguaya Marianela Ferreyra, también conocida como “Monstruo”, trabajan en una muestra especial para las vacaciones de julio. “Será la primera vez que abrimos en invierno, por lo que va a estar muy divertido”, dice Iván, entusiasmado con la idea de ampliar el calendario de actividades del espacio. La muestra permanecerá abierta entre dos semanas y un mes.
La propuesta apunta a un público específico que, según él, encuentra en Garzón una experiencia diferente a la que ofrece la costa en verano. “El de Garzón es un turismo VIP que viene en busca de gastronomía y de arte, no le interesa mucho ir a la playa. Vienen en busca de experiencias. Eso es lo que nosotros ofrecemos y nos adecuamos a ese cronograma y a esas expectativas”.

Una alianza artística que crece con el tiempo
En cuanto a la elección de Marianela Ferreyra, no ha sido casual. Su vínculo con Iván viene de largo, desde los comienzos en Punta del Este. Ella fue una de las primeras artistas con las que entabló una relación de trabajo sostenida. “Nosotros hicimos muchas exhibiciones juntos. De hecho, en un momento llevé sus obras a Nueva York para exponerlas en un evento, una exposición estilo guerrilla que hicimos en un loft. Fue muy divertido”, recuerda. A lo largo de los años, siguieron colaborando y manteniendo una relación cercana.
Ahora, Marianela está preparando una nueva serie que nunca fue mostrada al público. Está pensada especialmente para exhibirse en el vagón de La Galerilla, en Garzón. Además, durante los meses de invierno, cuando la actividad se contrae, La Galerilla concentra su energía en Punta del Este. Open Studios y muestras pop-up son los formatos elegidos en distintos espacios.
Iván Martínez ofrece recorridos gratuitos por estudios de artistas vinculados a la galería, guiados por él mismo. Una forma de acercar al público al trabajo creativo local y a los procesos detrás de cada obra.
Quienes estén interesados pueden contactarse directamente a través del Instagram de La Galerilla. También pueden escribir al 094 297 543 para coordinar visitas y conocer de cerca el circuito artístico que se mantiene activo, incluso fuera de temporada.

Cuando el arte conecta y redefine las reglas
Hoy, nuevas generaciones de artistas están impulsando una transformación silenciosa pero consistente en la escena local, que viene sostenidamente en alza, luego de la pandemia. Punta del Este ya no es simplemente un balneario: conviven en ella múltiples identidades barriales, distintas formas de producir, mostrar y pensar el arte. Como resume Iván: “Lo que parece unirnos a quienes llegamos hasta acá —desde distintos lugares, con distintos recorridos— es ese impulso compartido: el deseo de construir una nueva vida, empezar de vuelta, pero esta vez con nuestras propias reglas”.
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