No es de extrañar entonces que una de las primeras construcciones que se levantaron en el lugar haya sido el Cuartel de Dragones, una obra de ingeniería militar. Al cuartel lo siguió la Torre del Vigía, una atalaya de 13 metros de alto construida entre 1780 y 1801, que permitía avistar a los veleros que entraban al Río de la Plata.
En verdad, las órdenes para que Maldonado fuera poblada datan de 1723. Por Cédula Real, se le ordenó al gobernador de Buenos Aires Bruno Mauricio de Zabala que fortificara Montevideo y Maldonado «para contener a los portugueses en sus límites».
Según el historiador Carlos Seijo, la Cédula Real continuaba: «en cuanto a fortificar y poblar Maldonado no era materia imposible, en la postura presente, por estar a distancia de treinta leguas de Montevideo, aunque el terreno es árido y fragoso para población, y que habiendo de atender a los dos sitios que daría el principal que es Montevideo». Zabala se tomó su tiempo para reflexionar sobre esta orden. Y terminó dejando en manos de Viana el desafío.
El gobernador sugirió entonces al virrey elevar la cifra de colonos. Había un motivo estratégico en todo esto: esta pequeña población (que, de seguir el consejo de Viana, se ampliaría con cierta celeridad) sería para abastecer a los barcos que llegaban desde España y, también, a los que navegaban por el Río de la Plata. El costo del proyecto propuesto por el gobernador de Montevideo ascendía a la suma de 103.700 ps.
La Corona española no hizo demasiado caso de la sugerencia de Viana. Pero, así y todo, para noviembre de 1757 en número establecido de habitantes había aumentado . «Se hallan en todos establecidos treinta y siete vecinos. Diez y nueve mujeres, veintiséis muchachos y veintidós muchachas, teniendo todos estos al presente 1616 cabezas de ganado vacuno, 104 caballos, 395 yeguas, 650 ovejas y catorce carretas, para el trajín de sus labranzas y maderas».
Así Maldonado fue creciendo. Primero fue la iglesia y los puestos militares. Y con los años llegó más gente. Todavía era necesario vencer a las montañas de arena. Pero el camino estaba trazado y ya nadie ni nada lo detendría. Estos comienzos míticos, esta historia de fundación, llega hoy como eco lejano. Es que el Maldonado actual es una ciudad próspera, unida territorialmente con Punta del Este, embellecida en los últimos años. Para dar con el pasado, hay que asistir a los museos que la ciudad, por supuesto, posee. Además, del MAAM, tanto el Museo Regional Francisco Mazzoni, como el Museo San Fernando, o La Cachimba del Rey, son reliquias históricas que respiran aún el aire que inundaba estas tierras en los tiempos de los colonos. La ciudad, en cambio, es otra cosa.
Y estar próxima a Punta del Este no la ha amedrentado. Hoy Maldonado es un centro urbanístico poblado de comercios y servicios, con importantes vías de transito y un pintoresco colorido que le otorga identidad y una fuerte personalidad. Lo cierto es que, como bien cuenta la historia, la tarea no fue para nada fácil. Actualmente no se detiene y el desafío continúa.
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