Obra del artista chileno Mario Irrazábal Covarrubias
Es un ícono de Punta del Este. Los dedos hacia el cielo parecen señalar su destino. Y como todo monumento icónico, muchos visitantes buscan año tras año perpetuarse a su lado, fotografiándose. O perpetuarse interviniéndolo: por eso en más de una ocasión se le pintaron las uñas, o cuando hay carreras de autos se le pintan franjas.
Por lo general, las intervenciones son más informales: poemas escritos entre los voluminosos dedos, graffitis instantáneos e improvisados. Obra del artista chileno Mario Irrazábal Covarrubias, quien siempre se quejó de las intervenciones aunque eso no le impidió hacer surgir otras manos de la tierra: una en el desierto chileno, otra en Venecia y otra más en Madrid. La escultura fue emplazada a la altura de la parada 2 de La Brava, en 1982. Ese verano de comienzos de los ochenta, Irrazábal Covarrubias fue invitado a participar del 1er Encuentro Internacional de Escultura Moderna al Aire Libre.
Los memoriosos dicen que ese verano la costanera se convirtió en una especie de taller al aire libre, donde artistas de distintos países expusieron sus obras. Al artista chileno le llevó una semana terminar con su magnífico trabajo. Desde entonces, este ícono esteño es una suerte de vigía, de lugar seguro: quien lo observa desde lejos, sabe que ha llegado a destino.