Además de tener una fauna variada y muy importante, Punta del Este también cuenta con animales exóticos que visitan o habitan sus costas: ballenas, pingüinos, lobos y tortugas de mar dicen presente cada año para demostrar que siempre es posible perfeccionar el paisaje.
La fauna de Punta del Este y sus alrededores es mucha y variada. Y dentro de esta enorme paleta, hay algunas especies que destacan por ser muy poco comunes, casi exóticas. En ese pequeño universo se encuentran las ballenas francas, los lobos marinos, las tortugas marinas y los pingüinos que, de tanto en tanto, aparecen en las playas. Estas especies rompen con cualquier esquema porque, en principio, salvo los lobos, la zona no es típica para este tipo de animales. Sin embargo, allí están, embelleciendo aún más el paraíso esteño.
En el universo esteño se encuentran las ballenas francas, los lobos marinos, las tortugas marinas y los pingüinos que, de tanto en tanto, aparecen en las playas.
Muchas veces hemos escrito sobre la ballena franca austral. Y no podemos dejar de hacerlo porque su belleza nos interpela cada año, cada temporada. Sobre sus lomos, cabalgan los enigmas del mar. Y cada año se las puede observar en la Bahía de Maldonado. Estos cetáceos gigantes pasan por Punta del Este entre julio y noviembre y, en muchas ocasiones, se acercan a pocos metros de la costa, ofreciendo un espectáculo inolvidable. Considerada especie en extinción, por su caza indiscriminada, la franca austral está presente en el escudo del Departamento de Maldonado: una ballena luchando contra un mar picado, con un clima de fuertes olas y vientos tan poderosos como ella misma. Pero el espectáculo de esta especie está en al mar: su danza frente a la costa, muy cerca de Punta Ballena, ofreciendo al observador un ballet inolvidable. La franca austral llega a medir unos 17 metros entre las hembras; los machos, más pequeños, llegan a los 14 metros. Pesan unas 60 toneladas y viven alrededor de 50 años. En mar abierto logran una velocidad cercana a los 30 kilómetros por hora. Esta ballena pasa por Punta del Este en su camino desde el sur de Brasil hacia el sur de Argentina, donde se reproduce y cría a los ballenatos que nacen pesando dos toneladas y midiendo unos cinco metros. Se las identifica fácilmente por su cuerpo negro y redondo y sus manchas blancas en el pecho. En la cabeza tienen callosidades blancas que funcionan como sus huellas dactilares, ya que a través de estas protuberancias se puede identificar a cada una de ellas.
¿Lobo, estás?
La isla de Lobos es, de por sí, un encuentro con la naturaleza y un viaje a la aventura. Pero, además, se trata de la reserva más importante de lobos marinos del Hemisferio Sur. Formada por dos islotes, -separados por unos 800 metros- la isla alberga a unos 200 mil ejemplares de lobos marinos. Hay dos especies de lobos: el de un pelo, de la que los machos reciben el nombre de “peluca” por su gran melena, y el de dos pelos que se distingue de la otra especie por tener un hocico más afinado.
Actualmente, la caza de lobos marinos está prohibida y la isla fue declarada reserva natural. Durante décadas la matanza de lobos fue cruel e indiscriminada y las entonces poderosas empresas loberas eran dueñas y señoras del lugar. Hoy, como parte de una justicia poética, en las antiguas dependencias de las empresas loberas se albergan científicos uruguayos y de otros países, quienes estudian el comportamiento de las distintas especies. Los lobos suelen visitar el puerto de Punta del Este montando un espectáculo, digamos, callejero, inigualable. En el puerto comen pescado, duermen al sol, “posan” para las fotografías de los turistas y estiran su cuerpo, agitando las aletas. Por fortuna, este habitante de la ciudad, ahora está bien protegido: no sólo los científicos estudian sus costumbres y le hacen la vida más sencilla, no sólo los pescadores le ofrecen pescado en el puerto, sino que también la isla que habitan está protegida.
Lento pero seguro
Las tortugas marinas viven entre 150 y 200 años, según cada especie. En el mundo hay un total de ocho especies de tortugas marinas y en Uruguay se encuentran la Siete Quillas, la Cabezona, la Verde y la Olivácea. La Siete Quillas es la mayor tortuga marina del mundo y puede llegar a medir 2 metros de largo. Un ejemplar adulto ronda los 700 kilos de peso y su piel es de color negro con manchas blancas. Esta tortuga no posee el típico caparazón duro cubierto de escudos sino que se asemeja a un cuero flexible y presenta 7 quillas dorsales longitudinales, de donde proviene su nombre. Pueden bucear a profundidades de hasta 1000 metros y su alimentación preferida son las medusas.
La Cabezona presenta características que la hacen fácilmente reconocible: el caparazón, en su vista dorsal, tiene forma de corazón, es de color castaño y está compuesto por cinco pares de placas costales y cinco centrales. Su nombre común se explica fácil: su cabeza es proporcionalmente mayor al del resto de las especies. Mide entre 50 y 110 cm y se la suele ver en excursiones marítimas ya que no suelen acercarse demasiado a la playa. La Verde presenta un caparazón oval, con 4 pares de placas costales. Su cabeza es pequeña y las adultas superan los 100 cm de largo. Generalmente se las encuentra en las puntas rocosas y áreas costeras que tengan abundantes algas. Entre diciembre y abril se las puede observar nadando cerca de la rompiente. Por último, la Olivácea es la más pequeña y se alimenta de crustáceos y moluscos. Es muy rara de ver en Uruguay y hay muy pocos casos registrados confirmados de su aparición.
En las últimas décadas la población disminuyó debido a la captura accidental en redes y anzuelos de barcos pesqueros, tanto industriales como artesanales. También la contaminación del mar con residuos constituye otra importante amenaza. Las tortugas confunden las bolsas plásticas con comida y luego mueren debido a la obstrucción del tubo digestivo.
Por estos motivos, el Centro Karumbé (www.karumbé.org) trabaja en la rehabilitación de estas tortugas y se dedica a proteger a estos animales y su hábitat. Hasta ahora, han salvado a más de 500 tortugas con la colaboración de unos 600 voluntarios. Este emprendimiento es llevado adelante por un grupo de investigadores, estudiantes, conservacionistas, pescadores y voluntarios. Funciona como ONG (Organización No Gubernamental), realizando además proyectos de investigación. El nombre del Centro proviene del guaraní y significa, justamente, “tortuga”
Riguroso esmoquin
Con su andar chaplinesco, con su riguroso esmoquin negro con pechera blanca, parecen preparados para un evento de gala. Sin embargo, los pingüinos por lo general están perdidos en Punta del Este. Sus visitas esporádicas se registran sobre todo en invierno, época en que las dos entidades encargadas de orientar su regreso seguro a la naturaleza se ocupan de guiarlos y sanarlos, en caso de que algún ejemplar se encuentre herido o lastimado. La Sociedad para la Conservación de la Biodiversidad de Maldonado (Socbioma) y Guardianes de la Costa, liberan cada año en La Mansa, los ejemplares de pingüinos magallánicos que se extraviaron en su ruta hacia el sur. Durante todo el año, ambos grupos rescatan ejemplares perdidos, que llegan a la costa de Punta del Este. Después de curarlos, los voluntarios los regresan al mar. De ahí en más, ellos solos se ocupan de encontrar el camino de regreso a su hogar. Tanto Socbioma (www.socbioma.tk) como Guardianes de la Costa (sos-faunamarina@adinet.com.uy) tienen un importante trabajo durante todo el año, pero sobre todo en los meses de invierno, cuando más ejemplares aparecen en las costa de la ciudad. Rescatados, protegidos en su isla, de paso por la costa, habitantes permanentes, estas especies exóticas le ofrecen a la fauna esteña un sofisticado valor agregado a su ya múltiple paleta natural. Otra prueba más de que Punta del Este siempre será un paraíso escondido en la tierra.