
Una playa convertida en foro
En el icónico l’marangatú, con el rumor del océano como telón de fondo, se encendió una charla que mezcló ciudad y poesía. El ciclo Pensar Global, impulsado por Radio Viva y el Bureau de Punta del Este bajo la mirada de Marcos Grolero, abrió su edición 2025 con un tema que arde como sol de mediodía: el boom inmobiliario y el futuro del balneario más deseado del sur.

Las voces de la transformación
Los invitados no eran funcionarios ni simples teóricos: eran testigos del cambio. Felipe Reyno, académico y arquitecto, habló desde la mesura de quien estudia las ciudades como si fueran organismos vivos. Nicolás De Módena, de mirada transversal y regional, aportó cifras, tendencias y un llamado a conservar la esencia. Y Pablo Gasalla, desde la trinchera inmobiliaria de Piriápolis, puso en palabras las tensiones reales entre desarrollo y paisaje.

El territorio como una promesa compartida
“El urbanismo no se dice, se vive”, sentenció Reyno, como quien sabe que las ciudades no se planifican en papeles sino en los afectos de quienes las caminan. Todos coincidieron en algo: el verdadero lujo de Punta del Este es su equilibrio, ese milagro entre lo natural y lo urbano, entre el deseo y la memoria

Grúas, árboles y decisiones que laten
No fue una oda al cemento. Hubo críticas sutiles pero firmes a las torres que brotan en zonas pensadas para casas, a los loteos que olvidan el saneamiento, a la falta de planificación que corre detrás del capital. Pero también se celebró la llegada del crédito a no residentes, la instalación de nuevos colegios, y el respeto —a veces silencioso, pero firme— por la naturaleza que da nombre al Este.
Una visión más allá del boom
“El boom existe”, dijo De Módena, “pero no como burbuja, sino como deseo sostenido”. Porque no se trata de vender departamentos; se trata de imaginar qué ciudad queremos dejarle a quienes lleguen cuando ya no estemos. En ese gesto, casi espiritual, se cruzaron urbanistas, empresarios y vecinos.

La arquitectura como acto de amor
Felipe Reyno cerró con un gesto que parecía una bendición: “Lo importante no es solo construir, sino saber cómo se vive en lo que construimos”. Y así, entre la madera del futuro y el concreto del presente, entre la vista al mar y los sueños en ladrillo, Punta del Este volvió a pensarse a sí misma.
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