El arquitecto Risso fue un verdadero innovador. Un visionario que construyó en Punta del Este el primer edificio de propiedad horizontal del país, el Pinar. Su obra, que se extendió por todo Uruguay, tiene en el Pinar el punto de quiebre: a partir de ahí, ya nada volvería a ser lo mismo. Recuerdo de una época que hoy, desde las altas torres, se mira con nostalgia.
Todavía adolescente, Walter Pintos Risso conocía su futuro. Por eso, con sólo 17 años ingresó a la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República, de la que saldría recibido casi una década más tarde, en 1934. Pero a pesar de haber consultado el oráculo temprano, los primeros años como arquitecto no fueron fáciles: su primer «estudio» lo instaló en el sótano de la fábrica de calentadores que tenía su padre y, por toda ayuda, contaba con un estudiante de arquitectura.
Corría la década del 30 del siglo pasado y todo estaba por ser construido. Risso, entonces, viajó a Europa: quería conocer ese avant garde que se había instalado en París pero que repercutía en todo el continente. A su regreso, en 1937, ingresó al estudio de Gori Salvo y Muracciole. Y tres años más tarde, fundó su propia empresa con la que llegaría a revolucionar el mercado de las viviendas. Para eso, se propuso algo todavía inédito en Uruguay, construir en propiedad horizontal. Mientras construía casas, la idea de una obra en altos y con varios propietarios comenzó a fortalecerse.
Así se acercó a Punta del Este y, en 1949, terminó una obra que los años transformarían en emblemática: el edificio Pinar, la primera propiedad horizontal del país. Ubicado en la esquina de las calles 20 y 29, a una cuadra de Gorlero, el Pinar tiene tres pisos, tejas rojas y ese aire casual que respiró la península hasta la década del 80. En la década del 70′, cuando las altas edificaciones pasaron a formar parte cotidiana del paisaje urbano de Punta del Este, Pintos Risso fue el credor de emblemáticas torres de varios pisos, como las clásicas Tunquelen I y II, erigidas en 1975 entre otros muchos desarrollos inmobiliarios. En 2004, la Sociedad de Arquitectos de Uruguay lo nombró obra histórica y le otorgó su merecido homenaje. Pintos Risso continuó trabajando hasta los años 90, década en la que también murió. Dejó obras importantes en la rambla de Montevideo y algunas otras que no fueron saludadas con cariño por sus detractores. También incursionó en política -era miembro del partido Colorado- y como Ministro de Obras Públicas impulsó la construcción de escuelas y hospitales. En Punta del Este, sin embargo, se lo recuerda por el Pinar. En esa obra todavía se respira otro tiempo de la península. Una época que seguro no volverá pero aún se recuerda con cariño.