Por Agostina Raponi
Hay creaciones que se vuelven sublimes a la mente y al ojo humano, escapan a todo tipo de lógica y nos ponen en jaque; ante este arquetipo de escenarios solo queda rendirse y entregarse. Este es el caso de la colosal obra de Carlos Páez Vilaró.
Casapueblo es una creación arquitectónica iniciada en 1958 sobre acantilados rocosos, en Punta Ballena, Uruguay. Primero fue una casilla de lata en donde almacenaba materiales. Luego con ayuda de amigos levanto “La Pionera”, su primer atelier; era de madera que el mar traía los días de tormenta y que él mismo se encargaba de recoger. En 1960 empezó a recubrirla con cemento y así continúo creciendo, hasta consagrarse como la gran obra arquitectónica que es.
Pero si tenemos que delimitar esta magnífica obra para alguien que jamás la vio, que no la conoce, que no sabe que es… ¿Cómo definimos Casapueblo? Es mágico explicar el sinfín de cosas que allí suceden. Carlos (como lo llaman los amigos de Punta Ballena), la ideo en principio como su atelier. Sin pensar, sin planos previos y sin ningún tipo de pretensión fue dándole vida a lo que fue su lugar en el mundo. Inspirado en la construcción mediterránea y en los nidos de horneros brota desde la tierra esta obra autodidacta. Primero taller, luego su casa y hoy, una de las obras más emblemáticas del artista.
«La construí (Casapueblo) como si se tratara de una escultura habitable, sin planos, sobre todo a instancias de mi entusiasmo. Cuando la municipalidad me pidió hace poco los planos que no tenía, un arquitecto amigo tuvo que pasarse un mes estudiando la forma de descifrarla.» Carlos Páez Vilaró.
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La residencia del hornero
Actualmente la construcción divide sus áreas en Hotel, Museo y residencia familiar privada. Casapueblo está abierto todo el año, recibiendo huéspedes, turistas y espectadores de todo el mundo. El hotel se compone de departamentos exclusivos con terraza individuales, siempre a la espera de ser ocupados por viajeros. Cuenta también, con restaurantes, bares, salas de proyecciones, spa y todo tipo de comodidades y servicios.
La embajada cultural
El museo abre sus puertas al público durante todo el año, el espacio fue cedido en vida por el artista, con el fin de impulsar el interés cultural de la región. Cuenta con obras realizadas en Brasil, New York, Paris, África y Argentina entre otros lugares del mundo. Con el tiempo también se ha trasformado en un importante polo didáctico, recibiendo a personalidades del arte y la política; y en donde se realizan conferencias, presentaciones y todo tipo de eventos culturales.
Annette Deussen su última esposa es quien, tras el fallecimiento de Carlos en 2014, se ocupa de la gestión del mismo. Sus hijos Carlos, Mercedes, Agó, Sebastián, Florencio y Alejandro han permanecido como los herederos culturales del colosal artista. Anexo no menor es la ceremonia del sol, un rito que se celebra todas las tardes en las terrazas del museo. Se escucha la voz del artista que, desde una grabación, recita un poema a medida que el sol va cayendo, y lo despide hasta que desaparece en el horizonte.
Mirá video de la Ceremonia del Sol en Casapueblo:
El legado
Carlos Páez Vilaró nació en Montevideo, Uruguay. Arrastrado por su vocación artística partió siendo un joven a Buenos Aires, en donde trabajo en la industria de las artes gráficas vinculándose así, con dibujantes de la época. El tango y los bares porteños, en donde solía sentarse a dibujar, lo marcaron tan fuertemente que fueron temáticas que nunca dejaron de aparecer a lo largo de su obra.
A fines de la década del 40 regreso a Montevideo, y entró en contacto con el folclore uruguayo. Se vio inspirado por las comparsas, el candombe, los conventillos y se vinculó fuertemente con la cultura afrouruguaya. A partir de ello realizo varias obras impregnadas de la vida cotidiana afrodescendiente. Consumido el tema vuelve a dejar su Montevideo natal y parte hacia Brasil, desde donde comienza un viaje por varios países del África, en donde la población negra era de fuerte presencia. En ellos realiza murales y pinturas en los que plasma la lucha de los pueblos por la liberación.
En la década del 50 conoció a Picasso, Dalí y Calder; tras un recorrido por Europa regresa a Uruguay y comienza con la construcción de Casapueblo.
A partir del año 70 vivió entre New York, Brasil, Argentina y Uruguay. La vida paulista lo motivo a realizar varias series de pinturas, que quedaron en colecciones privadas. En Argentina, instaló su taller en Tigre, que se convirtió en un anexo de su atelier en Uruguay. Carlos Páez Vilaró no solo se destacó en la pintura y la arquitectura. También sobresalió como escritor, escultor, fue co-guionista en una película que participo del festival de Cannes y fue uno de los primeros artistas en integrar la pintura a objetos cotidianos. Realizo grandes exposiciones alrededor del mundo como Paris, Beijing, El Cairo, Alejandría y encontramos obras de el en Chile, Argentina, Estado Unidos y Brasil.
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Fue un hombre de mundo, un autodidacta, siempre inspirado y motivado por su curiosidad. Sus ganas de explorar no conocieron fronteras. Su ímpetu le permitió destacarse en todo aquello que se propuso expresar. El arte para él, fue una prolongación de su alma.
África, cubismo y candombe
La esencia nómada de Carlos, la ruptura con los confines pre-establecidos y las influencias cubistas se ven plasmadas en la multiplicidad de sistemas desarrollados por el artista. Fue pintor, escultor, arquitecto, muralista y ceramista entre otras cosas. Pero ¿que tienen de común todas estas técnicas? Podríamos decir que la cultura africana y la idiosincrasia uruguaya son la columna vertebral de toda su obra; mientras que la única constante, que fueron sus viajes alrededor del mundo, reflejan esa batalla ganada sobre todo tipo de soportes.
Como mencioné anteriormente, de manera tímida, su encuentro en Europa con Picasso terminó de cerrar el sistema estético que definió la obra de Páez Vilaró. La vida del campesino, pericones, caballadas, carnavales, casamientos, velorios, candombes y comparsas atiborraron su producción. El ímpetu del mensaje es una constante, logrando un temperamento único en cada una de sus obras.
Mirá video de Punta del Este Internacional en el último cumpleaños de Carlos Páez Vilaró:
Es por ello que tanto sus pinturas como sus esculturas realizadas con chatarra, madera y sus artefactos logran aun así sostener la unicidad estética que Carlos perfeccionó. Aun en el arte mural, supo con gran facilidad sostener la fuerza de sus trazos, el ávido manejo de los colores que parecieran gritarnos desde las murallas. Su obra plana, bidimensional, geométrica, logra la unicidad entre la abstracción y lo concreto; yendo desde el enajenamiento a lo preciso.
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Por último, quisiera destacar cómo la impronta africana que tanto lo deslumbró, termina de salpicar sus telas, murales y cerámicas. Máscaras y arte tribal se destacan rindiendo culto a la gran admiración que sintió. Crea una realidad a partir de ellos, con figuras complejas y geométricas sin un único punto de vista. Su obra, también influenciada por su compatriota Pedro Figari, mezcla narraciones y retos rompiendo así con lo predeterminado. Tomando todo aquello que lo penetró y unificándolo de manera armoniosa y libre.
Libre, como lo fueron él y su arte.