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Arte

Fotografía de María Orozco: La mirada cómplice

La fotógrafa María Orozco nos introduce en su mundo, a través de sus fotografías. Nos enseña una realidad que conocemos pero desde otro punto de vista. Su trabajo muestra una naturaleza que está ahí, siempre presente, pero que rara vez nos detenemos a observar. Un pájaro en vuelo o descansando, un mar agresivo o calmo, una flor perfecta. El mundo fotográfico de Orozco se muestra soberano. Sólo nos queda, al observarlo, rendirnos ante su belleza.

«La fotografía es un poema escrito con luz, reflejos del alma y del corazón», escribió Daniel Carranza. Y en esta frase puede resumirse la fotografía de María Orozco. Hay una imagen poética en su obra, un latido que refleja el mundo a través de una mirada exquisita, superlativa.


La fotógrafa se presenta ante la naturaleza cámara en mano y se adentra en la belleza natural expresando a través de una imagen ese mundo pocas veces observado. No hay quiebre entre ese presente y este presente: ambos navegan el espacio infinito del tiempo sin adulterar el ritmo ni quitarle magnitud.

Esos pájaros en vuelo o reposando, el mar absoluto, la siempre sencilla magnificencia de una flor. María Orozco trabaja con esos materiales que parecen salidos de otro mundo pero que están en este. Así, completando la frase de Carranza, refleja el alma y el corazón


Orozco es la hija de Mónica Trench, la precursora en el armado de las Gallery NIght en la Barra, y fundadora de Trench Gallery. Hija de una artista, la fotógrafa también aspira y respira el arte en cada una de sus fotografías.


«La fotografía es, antes que nada, una manera de mirar. No es la mirada misma.», escribió la ensayista y novelista Susan Sontag. Y en María esta la manera de mirar el presente en cada una de sus obras. Ahí, en sus fotos, la naturaleza se detiene y brinda un espectáculo único, irrepetible. No hay otro tiempo que ese instante fijo que reproduce la foto. Y es ahí donde el mundo comienza y termina. Esa natural excelencia que reproduce es la naturaleza pero también es la mirada de la fotógrafa.


Por eso, su obra nos sumerge en su mundo, nos hace detener en el silencio de ese mundo que nos cobija y ampara. Y allí, en cada una de estas tomas, vemos el exterior de una manera diferente. Sabemos que existe. Lo hacemos propio, nos adueñamos. Y también nos perdemos en la belleza de la foto, en ese perfecto instante que sólo el fotógrafo pudo observar y que, sin ningún tipo de egoísmo, está dispuesto a mostrarnos.