Una casa con historia, que homenajea la herencia italiana de los padres de la propietaria. De una península a otra península, una residencia que cuenta la historia de una familia.
Los nombres de las casas contienen en parte su destino y, también, en parte su pasado. Los nombres de las casas no son un simple arrebato estético o literario sino que, en la mayoría de los casos, significan.
María Rosa Ventrice
San Giovanni in Fiori, la residencia ubicada en el Barrio de Cantamar en Punta Ballena, habla de Italia desde su nombre. Y también cuenta una historia: la de María Rosa Ventrice, la madre de la propietaria de la casa, que nació en ese pueblo del sur de la península itálica para que su hija, muchos años después, echara raíces en otra península, la esteña.
Desde el cuarto principal de la casa se puede disfrutar tanto de amaneceres como de atardeceres.
María Rosa llegó muy joven a Buenos Aires, a los 17 años, en 1951. Una inmigrante que tuvo una hija también inmigrante. Por eso, en homenaje a María Rosa y a Mariano, también nacido en San Giovanni, la casa lleva ese nombre. De algún modo, la hija de ese matrimonio como así también los nietos, quisieron recordar sus raíces: saber de dónde venían para conocer mejor hacia dónde se dirigían.
Por dentro, San Giovanni continúa la misma línea del homenaje y del recuerdo a los ancestros italianos. Con un estilo florentino, la casa reafirma esta esencia con una decoración donde sobresalen las maderas nobles, los tonos blancos y beige y los muebles y antigüedades de gran porte que, también, cuentan su propia historia. Porque las casas donde cada objeto tiene una historia para ser contada, siempre están vivas.
A este estilo clásico se contraponen los cuadros de pintores como Carlos Páez Vilaró, Antonio Mezzeta, Ignacio Zuloaga, Jorge Pineyrúa, entre otros.
Y la colección de soles -el sol es el símbolo de la casa- que termina de dar marco a la parte social de la residencia. El Barrio de Cantamar se llama así porque, se afirma, en esta zona el mar le canta a la naturaleza. Es una zona agreste, con mucha vegetación.
El sol es el símbolo de la casa que termina de dar marco a la parte social de la residencia.
La habitación principal de San Giovanni, que hace proa al mar, aprovecha muy bien tanto la exuberancia natural como el Océano Atlántico. Con una vista de 180 grados, desde este cuarto se puede ver tanto el amanecer hacia el este como el atardecer hacia el oeste. Y desde su estratégico balcón terraza la vista se amplía, logrando también albergar el verde natural.
Un verde que también habita en el jardín de la casa -que tiene una importante piscina y un impecable deck de madera- donde, gracias a la plantación de aloes, se genera un microclima en el que conviven más de 40 variedades de flores. Y esta relación con la naturaleza tampoco parece fortuita en San Giovanni: su tupida y abundante vegetación también está expresando una manera de recordar el pasado, una forma de vislumbrar el futuro, el estilo con el que se vive en el presente.
Con un estilo florentino, diseñado por el arquitecto Ariel Tarallo, la casa reafirma una decoración donde sobresalen las maderas nobles, el blanco y el beige y los muebles y antigüedades de gran porte que, también, cuentan su propia historia.