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Historia y naturaleza

Documental recorre el legado del forestador de Punta Ballena

Antonio Lussich

El 6 de junio se cumplieron 90 años de la muerte de Antonio Lussich.

Con un documental que recorre su vida y el proceso de forestación de Punta Ballena, los realizadores uruguayos Ignacio Piñeiro y Santiago Curci homenajean en su ópera prima a Antonio Lussich y a su legado. La película, que insumió un año de trabajo y fue financiada por los fondos Pro Cultura de la Intendencia de Maldonado, será estrenada en octubre próximo. Rescata a través de imágenes de gran calidad, fotografías de época y testimonios, la historia y la obra que aún perdura de Lussich, de cuya muerte se cumplieron noventa años el pasado 6 de junio.

El trabajo implicó filmar el llamado Arboretum durante un año. De esta manera Piñeiro y Curci lograron obtener imágenes en las diferentes gamas y tonalidades de colores que el bosque, sembrado a partir de 1899, muestra en las cuatro estaciones.

Piñeiro, licenciado en diseño de paisaje y músico, y Curci, diplomado en Ciencias de la Comunicación, se asociaron para llevar adelante el proyecto que obtuvo el respaldo del gobierno municipal de Maldonado luego de ganar un concurso.

Antonio Lussich: el legado, se titula el documental que tiene una duración de quince minutos y que a través de un cuidado trabajo de filmación, edición y animación, muestra una perspectiva hasta ahora inédita del proceso de forestación de Punta Ballena y de su mentor.

Frente a la casona: Lussich y su esposa con un grupo de marineros ingleses en Punta Ballena.

«El Arboretum es una obra de arte cuya historia siempre me atrapó», dijo Piñeiro a El País. El trabajo fue realizado durante todo 2017 e involucró a dos personas más, Lucía Nieto y Robert Rodríguez. Los cuatro integrantes del equipo se ocuparon de todos y cada uno de los detalles a lo largo del proceso de realización.

Serenar al viento.

No fue Lussich, sin embargo, quien comenzó la siembra, sino Ángela, su esposa, que aplicó sus conocimientos de jardinería para dar un toque de color en el agreste paisaje e intentar calmar al viento que dominaba el lugar. Al comprobar cómo alrededor de la casa crecían rosales y pequeños arbustos, Lussich emprendió la empresa más ambiciosa de su vida: forestar Punta Ballena.

Consultó primero a los expertos más reconocidos de la época. El botánico uruguayo José Arechavaleta y el célebre paisajista francés Carlos Thays coincidieron en sus veredictos: «Nada de lo que usted plante florecerá». Estas palabras resultaron el acicate que Lussich necesitaba para embarcarse en la proeza que había decidido realizar. Desafió a la naturaleza y en menos de una década logró transformar aquel páramo en un edén. Sembró un bosque de casi dos mil hectáreas. Serenó al viento y cambió para siempre y para bien el destino de la costa esteña del país. Desde que se instaló en Punta Ballena, dedicó el resto de sus días a sembrar «el paraíso artificial más grande y hermoso creado por el hombre y que supera todo lo imaginable». Esas fueron las palabras que Carlos Thays (el mismo que le había aconsejado no plantar) pronunció en el Congreso Mundial de Botánica en París, donde se refirió a la proeza de Antonio Lussich en Punta Ballena.

Nueve décadas transcurrieron desde la muerte de don Antonio y 170 años de su nacimiento. De su extraordinaria obra se conservan 198 hectáreas que hoy conforman el Arboretum que lleva su nombre. Ese bosque es lo que inspiró a dos jóvenes realizadores para hacer su primer documental.

Cabalgata: Antonio Lussich, de casco blanco, recorriendo a caballo Punta Ballena con sus invitados.

Piñeiro se sigue preguntando hoy en quién pensaba don Antonio cuando emprendió la siembra de Punta Ballena. Y concluye que «el legado de Lussich es importante desde múltiples escalas y resalta la necesidad de que sea declarado Patrimonio de la Humanidad».

1848-1928 – Lussich: marino, empresario y poeta

Don Antonio Lussich fue un hijo de inmigrantes croatas que peleó en la Revolución de las Lanzas (1870) y luego se consagró como uno de los primeros escritores de literatura gauchesca. Como empresario, tomó el mando de una pequeña empresa familiar de salvatajes marinos que había fundado su padre, Felipe Lussich, a poco de llegar a Montevideo. En poco años, hizo crecer la compañía convirtiéndola en la más importante de América del Sur y la segunda más eficiente del mundo, según el Lloyds de Londres. A fines del siglo XIX, la empresa contaba con cien embarcaciones y un dique propio, y empleaba a más de mil personas. Las hazañas de Lussich en el Río de la Plata y en el Atlántico, rescatando náufragos y barcos siniestrados, hicieron de él una figura reconocida tanto en la región como en Europa. Fue condecorado en España, Italia y Francia. En 1888, la reina Victoria lo distinguió con una medalla de oro, convirtiéndose en el primer sudamericano en recibir tal distinción.

En 1897 desembarcó por primera vez en la bahía de Portezuelo y se enamoró de la sucesión de sierras desiertas, carentes de toda vegetación, que formaban el promontorio de Punta Ballena. Con sagacidad y astucia, compró 1.500 hectáreas, a las que años más tarde sumaría otras 300. En un polvorín de la defensa de Maldonado que sobrevivió a las invasiones inglesas, hizo construir su casa de veraneo. Estaba casado con Ángela Portillo y tenía ocho hijas mujeres. Poco después, nacería su único hijo varón, a quien bautizó como Milton en homenaje al poeta inglés John Milton, autor de El paraíso perdido.

Fuente: DIEGO FISCHER, EL PAIS

 

El terreno más valioso de la costa uruguaya, que es el extremo sur de Punta Ballena, se transformará en poco tiempo en un polo de desarrollo inmobiliario.

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La Intendencia de Maldonado construirá un jardín Botánico en el Arboretum Lussich de Punta Ballena.

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