Photo: @julianarattoph
Texto: Juliana Ratto
El otoño da paso a días más tranquilos. Calmos. Espléndidos.
Días en los que pisar descalza la arena cálida es un placer tan revitalizante como apoyar tus pies sobre el rocío que temprano te da la bienvenida con su energía vital.
Días en que uno se siente fluir, como la brisa que hace danzar a los pinos del bosque con una sinfonía de canto de aves que hoy parecen más libres que nunca.
Todas estas sensaciones bañadas con un sol tenue, a veces naranja y otras veces dorado que puede llegar a acariciarnos hasta el alma.
Puestas de sol como acuarelas pintadas en el lienzo del cielo por el mejor artista que se refleja como chispas de luz en el mar.
Ver: Fenómenos astronómicos – Fiesta galáctica
Ninguna es igual a la anterior.
Siempre conmueve y maravilla el mismo sol ocultándose en un mismo horizonte.
Atardeceres que nos sorprenden cada día más temprano, dandole paso a noches de lunas brillantes y cientos de estrellas para contar.
Ver: Naranjas – Atardeceres en Punta
También hay tiempo para unos últimos baños de mar que siguen ofreciendo junto a nuestros pies nuevos tesoros de caracoles y espuma.
El ruido de las olas siempre nos espera con el eterno sonido de su ir y venir infinito.
El bullicio y la multitud se aleja.
Su naturaleza nos regala nuevos colores constantemente.
Algunas hojas caen y otras se quedan aferradas a sus ramas para recordarnos que siempre existe este lugar único con bosques, con arena cálida y olas sinfín.
Porque cuando la calma de marzo llega a su costa, reaviva nuestros sentidos disfrutando cada mañana… con nueva aventura por vivir.
Poco a poco, los pareos ya son ponchos y los sombreros de paja se vuelan y llegan los gorros de lana.
Señales de que el otoño se acerca a su fin.
Punta del Este en otoño es …una época casi mágica.
Una pausa sutil que siempre llega a coronar otro verano agitado.
Punta del Este es vivir intensamente todos los días del año. Y con cada estación estrenando una nueva sensación.
